Shura miraba de reojo cada vez que podía al inminente cambio de vida que tampoco dudaba al cruzar los ojos con él en un claro acto de aburrimiento. Aquella niña de ojos azules, cristalinos, desprendía una fuerza palpable en el ambiente, él lo sabía y el resto de miembros de la reunión también pero el corazón se le desbocaba ante el cambio de ciento ochenta grados que se le venía encima: él había rechazado su cargo como Caballero de Capricornio apenas unas semanas después de volver a la vida, al igual que Aioros o Aldebarán, pero aceptó el cargo de ser el futuro maestro del siguiente Caballero de Oro que lo precediera cuando fuera necesario.
Tres meses.
Ese era el único
tiempo que había disfrutado de una vida al margen del Santuario. No lo podía creer, había
sido demasiado fácil acostumbrarse a Rodorio, a vivir al lado de
Aioros y los otros camaradas que, debido al haber dejado heredadas sus
armaduras de oro, podían ser libres… Ahora le tocaba volver y el motivo, se
llamaba Sira:
- Puedes decidir donde vivir
con ella, Shura – le dijo Saori.
Él inspiró hondo, le
apetecía entre cero y nada volver al Santuario pero en su nueva vivienda no
había cabida para una niña de culo inquieto:
- Será mejor que se quede en
el Santuario.
- Considero que vivir en Rodorio sería más cómodo para todos.– intervino Elyn
- Necesitamos que empiece a hablar griego. – Añadió Shion – Lo más idóneo sería que durante este tiempo Sira aprendiese lo
esencial sobre su futura responsabilidad con Atenea, el dominio del cosmos y
descubrir el potencial de sus habilidades y eso solo puede hacerlo en el Santuario.
- ¿Y no sería mejor que Elyn la entrenase hasta que yo tenga que especializarla en la armadura dorada? – opinó el español encontrando en las palabras del antiguo Patriarca una salida, o al menos a corto plazo. – Ya que Bafi se quedó con Shion... quizá así suplas su traición.
- Oh, no, cabrita; a mí no
me eches el muerto. Esa niña es ahora responsabili…
- ¡EH, EH! ¡ME RUGE LA PANZA!
Todos se giraron a mirar a
Sira, la niña había gritado algo que tan solo uno de los presentes comprendió a
duras penas debido a su dialecto:
- ¿Es... española?
- Ajá… – confirmó Australis sin dejar de mirar a la niña – ¿Qué ha dicho?
- Que tiene hambre… Creo.
- Que feo suena tu idioma natal,
Shura… – Elyn se movió hasta la niña y a base de gestos y un poco de conversación via cosmos, consiguió confirmar
que Sira quería comer – Será mejor que me la lleve, a la vuelta espero que
hayáis encontrado una solución.
Saori y los demás se
despidieron amistosamente de la futura Caballero de Capricornio, descubriendo
que la chica era una bomba de relojería repleta de energía pues saltaba y gritaba de alegría ante la idea de hacer algo divertido aunque no entendiera nada de lo que le decían. Saga miró a Shura y
se aguantó la risa, podía ver a su compañero de armas sumamente preocupado por
la situación y no era para menos, Shura jamás había sido Maestro ni había
tenido interés en serlo mucho menos de una niña hiperactiva. El cambio sería duro para todos pero sobre todo, para
él.
***
Sin embargo, poco tardó el español en acostumbrarse al ritmo de Sira. Finalmente, se decidió que durante la primera semana de adaptación y mientras se acomodaba de nuevo el Templo de Capricornio para sus futuros habitantes, Sira viviría en Rodorio en casa de Shura y Aioros. Como ya ocurrió con la llegada de Bafi, Capricornio recibió una tarjeta de crédito especial para costear todo lo que la pequeña necesitase… descubriendo en su primer paseo por el pueblo a las faldas del Santuario, que la niña tenía unos gustos un tanto peculiares.
Hamburguesas con queso.
Mientras Sira tuviera
una cerca parecía ser un angelito caído del cielo; juntos, e incluso con la
pequeña sujetándole la mano en alguna que otra ocasión para no perderse, entraron en multitud de
tiendas donde Sira escogió su propia ropa, pijama y hasta una esponja con forma
de flor. No obstante, no todo para la niña fue diversión: Saori le había
encomendado a la futura Caballero de Capricornio la ardua tarea de aprender
griego cuanto antes para así poder comunicarse con el resto de personas en el Santuario
sin depender de Shura. Por lo tanto, cada vez que Shura lo estimaba
conveniente, obligaba en cierto modo a que la chica fuera memorizando frases
básicas como saludos, despedidas o pedir las cosas por favor:
- ¿En casa tengo que
memorizar también?
- Necesitas aprender cuanto
antes, Sira… no te voy a obligar, pero estaría bien que continuaras
memorizando – le sonrió – no vivo solo y tendrás que hablar con la otra
persona.
- Pues vaya churro…
Capricornio no dejaba de
sonreír, sin darse cuenta se había encariñado de aquella chiquilla de intensísimos ojos azules que le había recordado la riqueza en vocabulario de su país natal, aquellas
expresiones de difícil traducción que en realidad, eran bastante buenas para
describir todo tipo de situaciones. Fue extraño, pero en más de una ocasión sintió la necesidad de abrazar a aquella niña.
***
Como era de esperar, Aioros
estaba en casa cuando Shura y Sira entraron, sus ojos se clavaron primero en la
niña, después en las bolsas que cargaba Capricornio y finalmente… miró al
español un tanto aterrado. Sira dio unos pasos al frente, instada por su
cuidador para que pusiera en práctica lo aprendido en su paseo por Rodorio; se
presentó con cierta lentitud, algo temerosa de no hacerlo bien y que aquel
hombre que la miraba no la comprendiera… porque ella no sabía que mientras
balbuceaba griego, Shura resumía la situación a Aioros vía cosmos:
- Encantado de conocerte,
Sira, yo soy Aioros.
- ¿Aioros? – repitió ella,
asegurándose de haber entendido el nombre.
Al recibir una afirmación
por parte de Sagitario, la niña se giró para mirar a Shura emocionada por haber
podido hablar con alguien aunque fuera para decir su nombre. Justo entonces,
Shura le enseñó el apartamento en el que vivía cuyas indicaciones en español,
Aioros entendió a duras penas, Sagitario comprendía ciertas cosas porque en
su infancia había tenido que estudiar el idioma para ir en busca de Capricornio pero
sus conocimientos estaban bastante oxidados así que les dejó un poco de intimidad hasta
que, rato después, Shura apareció solo en el salón para dejarse caer en el
sofá:
- Estoy agotado.
- ¿Ahora tenemos una nueva
mascota? Este debe ser tu karma por no dejarme tener un gato.
- Podrás buscar uno que te haga compañía… me tengo que mudar al Santuario en una semana y vivir allí hasta que Sira pueda apañárselas sola. – bufó Shura, asimilando que su vida ya estaba cambiando a pesar de gustarle la niña – Y teniendo en cuenta su edad… tardaré una eternidad en volver.
- Hablas como si te marcharas a la luna – rió Sagitario – Estás a un paso de casa, podremos seguir viéndonos y los fines de semana tendréis un hueco aquí; pero te tomo la palabra con eso del gato, no tuve suficiente con Aioria
- Podrías quedarte con Sira si te hace tanta ilusión volver a cuidar de un crío.
Ambos se echaron a reír
sabiendo que a pesar de la broma, pronto habría un nuevo habitante en casa.