7 años después.
La noche no podía ser más hermosa.
Un castillo, un baile de máscaras, un galán trayéndole una copa de
champán…
- Gracias. – sonrió,
picarona.
- Celebremos de la mejor forma el final de
esta exitosa misión – respondió Afrodita, brindando con su atractiva compañera
de viaje.
Vitani se había convertido en una seductora mujer, orgullosa, poderosa e inteligente; alguien digna de mirar de igual a igual aunque todavía no había combatido por heredar la armadura de Escorpio. Su cabello rubio rozaba sus caderas, ahora algo más recogido debido a las ondas y al peinado que lucía; sus ojos de rubí brillaban, al igual que la pedrería rojiza en su ajustado vestido negro, en aquel balcón en el que ambos habían decidido sentarse para pasar los últimos momentos de la fiesta a la que habían sido invitados:
- ¿Y te parecería acabar
la noche en mi habitación?
- Vaya, vaya, Rosita... menuda
proposición.
- Bueno, un pajarito me dijo
hace tiempo que suspirabas por mí y quizá yo... también lo haga por tí.
Vitani se echó a reír, delicada
como una princesa de cuento de hadas.
- A otro con ese cuento, querido, sé por donde vas y te diré que si ese pájaro vive en el
octavo templo, está bastante desactualizado con su información. –
Justo en aquel momento, Vitani tomó un sorbo de su copa de champán y sus ojos
se volvieron algo nostálgicos recordando al susodicho Caballero de bífida lengua –
Sí, hubo un tiempo en el que soñaba con algo como esto: un castillo, la luna,
tú a mi lado hablando de lo aburrida que había sido la fiesta… Típicos sueños de niña
rica.
- ¿Y qué pasó, eh? Espero
que tu devoción por mí se haya esfumado por una buena razón.
La chica fijó la mirada en
las burbujas de la bebida mientras su mente viajaba al momento en el que su
corazón empezó a cambiar los sentimientos que experimentaba por Piscis hacia un
nuevo objetivo, uno mucho más imposible que el anterior:
- Digamos que… el veneno del
escorpión se hizo más intenso que el de tus rosas.
Sin necesidad de más palabras, Afrodita entendió rápidamente el por qué la chica había cambiado tan rápido de actitud con respecto a él y descubrió que conforme su conversación había avanzado, Vitani se notaba cada vez más entristecida, demostrando que el hecho de recordar a Milo en brazos de otra persona le dolía enormemente. Motivos no le faltaban desde luego, Piscis supo en seguida que el dilema de la muchacha se debía a la intensa relación entre Milo y Camus, aquel par era inseparable desde la infancia y no era un secreto para nadie que ambos mantenían una estrecha relación; Vitani era, dicho de manera vulgar, el último mono en llegar al Santuario y luchar por una relación junto al escorpión resultaba algo imposible.
Afrodita se acomodó a su lado, tratando de sonar más amistoso en
lugar de seducirla como había sido su primera opción:
- No te angusties por eso,
hay Milo de sobra para todos.
- Dudo que el estirado
de Camus esté dispuesto a compartirlo.
- Oh, querida, ahora la que
suena desactualizada eres tú – ambos se miraron y Piscis dejó escapar una media
sonrisa mientras alzaba una ceja – Escorpio ha visitado las camas de casi todo el recorrido de las Doce
Casas. No se trata de que Camus lo deje suelto es que él… bueno, tú ya me
entiendes, Milo en sí mismo es muy suelto.
- ¿Insinúas que Milo ha
engañado a Camus?
- No digas tonterías,
nadie puede engañar a Acuario, Camus lo sabe todo. Milo lleva actuando así desde la adolescencia, Camus se
marchó pronto a Siberia a entrenar a sus pupilos así que Escorpio buscó por su
cuenta la manera de satisfacerse mientras su aclamado compañero no estaba, se ve que lo
hablaron y dicho comportamiento se ha prolongado hasta… bueno, hasta que Camus
se ha ido quedando de manera permanente en el Santuario.
- No tenía ni idea. O sea
que Milo ha catado el sabor del horóscopo... Genial, no solo llego tarde a
conquistarlo sino también a aprovechar sus momentos de debilidad.
Piscis soltó una carcajada
que no tardó en contagiarse. Los dos volvieron a brindar y retomaron sus
sugerentes actitudes:
- No pierdas la esperanza, todos en las Doce Casas mantenemos relaciones… abiertas por llamarlas de
alguna manera, unos son más reacios que otros al hecho de confesarlo pero a todos nos ha llamado la curiosidad probar
nuevos sabores.
- Interesante, entonces ¿debería unirme al club de "Catadores del Zodiaco"?
- Desde luego, querida.
***
Milo se despertó sobre saltado en plena madrugada, una nueva pesadilla lo había sacado de su pesado sueño como llevaba ocurriéndole desde la llegada de Vitani al Santuario, siete años de incertidumbre que durante la última semana se había intensificado debido a que la chica había marchado en una misión junto a Afrodita de Piscis.
Buscó el móvil en la mesita
de noche, olvidándose de tener cuidado de no despertar a Camus, el cuál
–acostumbrado a sus resaltos nocturnos– estaba dormido de costado junto a él.
Las 04:30. Aún quedaban unas
cuantas horas para el amanecer pero el vuelo de sus compañeros estaba más
cerca, quizá estuvieran despiertos ya. No lo pensó demasiado así que aún con la luz de
la pantalla molestándole los ojos le escribió un mensaje corto a Afrodita:
“¿Podrías comprobar que
Vitani está bien?”
Como respuesta, una imagen apareció en el terminal de Milo.
Al abrirla, algo pareció romperse en su corazón: la chica en cuestión aparecía
de espaldas en la puerta del baño del hotel, se estaba recogiendo el pelo en un
moño alto como solía hacer cada vez que iba a la ducha. No llevaba ni camiseta
ni pantalones, solo una delicada prenda de lencería de color negro.
“Genial, Afrodita.” Se le
ocurrió responder aunque en realidad, ni siquiera sabía cómo reaccionar al
hecho de saber que Piscis y Vitani habían pasado la noche juntos. “Tened buen
viaje.”
- Al menos no ha estado sola
– dijo la voz de Camus a su espalda.
Milo se asustó ante el
sigilo de Acuario y antes de pronunciar palabra alguna, su acompañante movió el teléfono para ver mejor la
conversación. Al acabar alzó una ceja:
- Ha cambiado mucho ¿eh?
- No seas cerdo, Camus.
- Esa respuesta es más
propia de mí que de ti. ¿Te encuentras bien?
- Perfectamente.
Acuario sabía que mentía, la
forma en la que Milo soltó el aparato, las respuestas evasivas, el entrecejo fruncido… él era, posiblemente,
la persona que mejor conocía a Escorpio de todo el Santuario y verlo tan molesto por la vida íntima de Vitani solo podía
significar una sola cosa. Por supuesto, a él no le importaba en absoluto,
estaba acostumbrado a Milo fuera de cama en cama y ya había visto al guardián
de la octava casa con aquella actitud una vez:
- Milo, ¿te gusta Vitani?
- ¿¡Q-Qué?! ¡No seas imbécil! ¿Cómo va
a gustarm…?
- Tienes pesadillas con ella
casi todas las noches – cortó Acuario – Te molesta que esté con Afrodita y te
has puesto a la defensiva cuando he sacado el tema. Solo actuaste de esa forma
las semanas anteriores a sugerir que nos acostáramos por primera vez. Te gusta.
El griego se quitó las sábanas de encima con frustración, soltó un bufido acompañando a un fortísimo portazo zanjaron la conversación que mantenían otorgándole a Camus la respuesta que necesitaba. No obstante, él no insistió más en el tema, ni aquella noche ni al día siguiente, dejando libre el camino para que Milo y Vitani marcaran el ritmo de su orgullo.
Sin embargo, y aunque las apariencias sugerían otra cosa, Camus contempló desde lejos el amor imposible de ambos escorpiones mientras que de vez en cuando… también comentó con Afrodita y Deathmask aquello que con Milo, era imposible debatir.