Distancia

Saga consiguió detener el paso de Elyn justo a las puertas del Templo del Patriarca. La agarró de la muñeca tras llamarla varias veces, llevándose como respuesta un malhumorado movimiento que hizo que su mano soltara la de la chica:

- ¿Qué quieres, Saga?

Aún vestido con la túnica del Patriarca, Australis tenía incrustado en su subconsciente que mientras géminis no llevase puesto el casco y no hubiera nadie alrededor, podía llamarlo por su nombre de pila; de la misma manera, tampoco necesitaba usar ningún protocolo para dirigirse a él, podía gritarle y responderle como una niña mimada si se le antojaba pues no había nadie para presenciar la escena:

- Elyn, por favor, piensa las co...

- Oh, no – cortó ella con una risa sarcástica – Tú no me vas a venir con esa mierda. Precisamente tú no, Saga.

- Por favor, actúa como alguien maduro; recapacita por lo menos.

- ¡Eso deberías hacer tú, joder! Recapacitar. Mi norma no es un capricho, me diste el cargo de ser la maestra de los aprendices que querían optar a la armadura de Caelum y actúo en consecuencia. Aquel que se quede la cloth no puede perder un solo segundo en pensar si su cara o no queda al descubierto, ese segundo de duda puede llevar a la muerte a sus compañeros ¿Tan difícil es de entender?

- Hay historias, Elyn. Historias que no se pueden solucionar de la noche a la mañana y que se esconden bajo esas máscaras.

- No puedes ocultarte toda la vida tras esa mierda, Saga. Tú lo sabes. ¿De qué te sirvió a ti esconder tu cara tras ese casco horroroso? ¿Eliminaste el cargo de conciencia en algún momento? ¿Olvidaste por un instante todo lo que iniciaste hace más de quince años? – Saga miró a la chica mientras inspiraba, odiaba que alguien como ella usase su pasado para darle una lección – Sé que Elektra tiene una historia, todos la tenemos; pero no es excusa para esconderse eternamente.

El silencio los abordó, Elyn no tenía nada más que decir y Saga se había quedado sin argumentos. ¿De qué le había servido a él llevar puesto el casco del Patriarca? De nada, solamente ocultaba su auténtico rostro a los demás pero ocultarse tras dicho objeto no había eliminado la culpabilidad de su corazón… De hecho, lo único que había conseguido redimirlo fue quedar expuesto ante su diosa, con la cara al descubierto, y eso era exactamente lo que Elyn quería probar con Elektra. Pero por desgracia, las normas eran las normas y de la misma manera que Australis imponía las suyas en el coliseo, el Santuario ejecutaba las propias sin importar las historias que hubiera detrás de cada Caballero.

***

Cuando Elektra abrió la puerta de su casa se quedó sin palabras pero la máscara no dejó que aquella que se había plantado en su hogar se percatara de ello. Bendita fuera aquella careta que servía para ocultar su rostro al mundo:

- ¿Qué demonios te pasa en la cabeza? – preguntó Elyn hecha una furia. – ¿En serio has ido a protestarle al Patriarca como si fueras una niña de parvulario?

- No tienes ningún derecho a obligarnos a quitarnos la máscara, Elyn, y eso figura en las reglas del Santuario.

- ¿¡Y qué más da eso,!? ¡¡Joder, me han destituido del cargo!! – el grito de Australis congeló el corazón de Elektra – Tsk... ¡Como si fuera una novata o una negada para enseñaros!

- L-Lo siento, yo no… yo no quería que te…

- ¿Y qué cojones querías, Elektra? ¿Quedar por encima de mí? ¿Querías que, por llorarle al Patriarca y a Atenea, tu maestra se amoldara a lo que a ti se te antoja?

- ¡No! Yo solo…

- ¡Tú solo quieres conservar esa máscara de mierda! Solo te preocupa tu jodido trauma y te da igual si los demás tienen problemas o no, tan solo te preocupa estar escondida detrás de esa basura.

- ¿¡QUÉ SABRÁS TÚ DE MIS TRAUMAS!? – perdiendo los nervios, la pelirroja empujó a Elyn obligándola a dar un paso más atrás.

- ¡NADA, NO SÉ NADA! ¡Y si la máscara es tu excusa para no enfrentarlos me parece estupendo pero deja de jodernos a los demás! – contestó Elyn poniéndose de nuevo a la altura de la que había sido su aprendiza.

- ¡No es mi excusa, es mi salvavidas!

- ¿¡Y por qué, eh!? ¿¡Por qué te ocultas bajo esta mierda?!

La mano de Australis volvió a moverse rápido como el viento para retirar de la cara de Elektra la careta que tantos problemas le estaba causando, sintió ganas de estrellarla contra el suelo y hacerla añicos, igual que hizo ella en el pasado con la que Saga le entregó. Quería patearla hasta dejarla inservible, igual que ocurrió con el casco del Patriarca cuando Géminis fue derrotado… Ansiaba destruir aquella pieza que no le permitía a su dueña ver más allá de ella:

-Dime Elektra, ¿¡QUÉ OCULTA ESTA MÁSCARA!?

- ¡EL ROSTRO DE UNA ASESINA, ESO ES LO QUE OCULTA!

Las lágrimas brotaron de pronto de los ojos rojos de Elektra y ante la sorpresa que mostró el rostro de Elyn por tales palabras, la pelirroja recuperó aquello que tanto necesitaba para mantener la cordura:

- ¡¿Contenta?! – Escupió con desprecio - ¡Sí, soy una asesina! ¡Le prendí fuego a varios locales de Rodorio cuando era pequeña! ¡Adoraba el fuego, era una pirómana con solo siete años!... Hasta que dos personas murieron por mi culpa… Dos personas inocentes que no pudieron huir de las llamas…

- ¡¿Y crees que eso se soluciona poniéndote una careta en la cara?!

- ¡Ya pedí que me encerraran y hasta supliqué por un castigo!.. Pero como tenía siete años nadie quiso condenarme… Al cumplir los dieciocho volví a pedirlo… ¡pero ese crimen ya prescribió, no tengo porqué ser condenada! Por eso quise optar a la armadura de Caelum, porque que ya que no puedo pagar por lo que hice… ¡Quiero proteger a la gente!

Hacía rato que ambas se hablaban a voces, desplegando en cada grito toda la furia que las consumía. Cada palabra las empezaba a alejar y destruía aquello que habían empezado a edificar juntas: 

- Tsk… al final Shaina tenía razón, no sois más que una panda de cobardes.

La mueca de asco que Elyn dibujó en su cara destrozó el alma de Elektra, que en lugar de dejarse llevar por la pena que le provocaba aquella discusión, prefirió sucumbir al orgullo y herir a la persona que la había dañado primero:

- ¡Já! Y lo dice la niña mimada del Patriarca que se cree con el poder de decirle a los demás lo que tienen que hacer… es genial que te hayan destituido, quizá así aprendas a seguir las reglas.

- Oh claro, había olvidado que a ti la única Elyn que te parece buena es la que acaba postrada a tus pies comiéndote el…

La bofetada que Elyn recibió impidió que terminara la frase. Mientras el calor de su mejilla dejaba patente el golpe, las dos se miraron descubriendo hasta dónde habían llegado en aquella discusión. Australis vio la decepción en aquel mirar rojizo y fue entonces cuando se dio cuenta de lo cruel que había sido, no obstante… ¿cómo disculparse después de haber escuchado a Elektra decir que le alegraba que la alejaran del entrenamiento? ¿Tanto aborrecía la pelirroja su imagen cuando estaba al mando? 

Por su parte, Elektra deseó arrancarse la mano con la que había golpeado a Elyn pero su estabilidad mental no estaba dispuesta a escuchar una mentira como aquella. No, no solamente le parecía buena aquella faceta de la Caballero de Plata, también adoraba su positivismo, su sonrisa y la tranquilidad que le generaba esta cerca de ella, incluso la admiraba por su capacidad para controlar el cosmos, por la imagen de solemnidad que desprendía entre los Caballeros de Oro... pero odiaba con todo su ser aquella bocaza cruel que no daba opción a explicaciones:

- Lárgate… por favor.

El orgullo prevaleció por encima de los sentimientos por parte de las dos. Con el corazón encogido y el ánimo destrozado, Elyn dio media vuelta y se marchó sin decir nada más, con una mejilla colorada junto con la conciencia martilleándole la cabeza por no haber pensado las consecuencias de sus palabras. Había recriminado a Elektra por haberse chivado al Patriarca y sorprenderse de que hubiera sido destituida pero ¿y ella? ¿Qué parte de su cerebro había considerado buena idea decirle aquella última frase a la pelirroja? Seguramente la misma que pensó que no prestarle atención a la historia de Elektra era mejor que preocuparse por consolarla. Que estúpida había sido. Y sobre todo, que orgullosa.

Cuando llegó al templo de Piscis, Afrodita la esperaba en la puerta de casa pero la chica ni siquiera tenía ganas de saludarlo. Pasó por su lado, ignorando las preguntas que el Caballero de Oro generó sin pausa al verla tan mal. Elyn se encerró en su habitación y allí, dejó que todos y cada uno de los sentimientos que la envenenaban por dentro salieran de la peor manera posible.

***

Sin saber muy bien el motivo, todo el Santuario pareció sumirse en un estado de lamentación constante durante los siguientes días. Algunos Caballeros vieron mermados sus ánimos sin razón aparente, tan solo por el hecho de ver a otros compañeros con caras largas; al principio todos creyeron que se debía a una mala racha general pero los días pasaban y nada en el terreno sagrado mejoraba. 

Shion fue el encargado de continuar el adiestramiento de los aprendices que querían optar a conseguir la armadura de Caelum aunque se encontró con que prácticamente tenía el trabajo hecho, él no había tenido oportunidad de conocer a Elyn en el pasado por lo que descubrir que tenía tan buena madera para enseñar a otros lo sorprendió gratamente; trató de hacérselo saber pero sus palabras no sirvieron de mucho, Australis no quería saber nada sobre sus antiguos aprendices y tampoco sobre Elektra. La Caballero de Plata era el origen del malestar genera en el Santuario, de eso no cabía duda, pero a nadie se le ocurría la manera de solucionar el problema.

Así pasaron los días, las semanas incluso, sin que hubiera una mejoría. A veces se escuchaban más carcajadas que de costumbre pero por lo general, el humor de los subordinados de Atenea permanecía encapotado, gris y sin ningún tipo de ilusión.