La ovación del público tardó
unos segundos en ensordecer el Coliseo, posiblemente porque todos necesitaron
aquel tiempo para asimilar lo que acababa de pasar: Elektra había besado a
Elyn, en público y sin miedo. Para colmo, la chica se había valido de aquella
artimaña para realizar un diminuto arañazo en el rostro de su rival, haciéndola
sangrar, cumpliendo con ello, el objetivo para alzarse con la victoria.
La entrega de la armadura
devolvió la solemnidad al encuentro. Saga y Saori fueron los encargados de nombrar
de manera oficial a la nueva Caballero de Bronce de Caelum mientras que los otros
aprendices, clavaban una de sus rodillas en el suelo y también eran felicitados
por su arduo trabajo en el enfrentamiento. Elyn observaba desde la lejanía
aquel extraño final: Elektra no volvió a colocarse la máscara en lo que restó
de evento y tampoco pareció importarle que todo el mundo estuviera viendo el
rostro que tiempo atrás, le había confesado odiar por los recuerdos que le
despertaba. Resultaba confuso, Piscis Australis se alegraba de verla por fin vestir
aquello por lo que tanto había trabajado pero no podía evitar sentirse
utilizada por Shion, sentía que todos habían jugado contra ella y eso era algo
que no podía soportar aunque el final hubiera sido el más acertado.
Muchos fueron los que se
acercaron a Elektra para felicitarla, incluso Afrodita quiso dedicarle unas
palabras de ánimo que sonrojaron por completo a la nueva caballero de bronce
pero aunque Elyn quiso hacerlo también, prefirió mantenerse al margen de tanta
celebración y ordenar la cantidad de nuevos sentimientos aflorando en su
interior.
***
El atardecer acabó por
sorprenderla sentada en las gradas del Coliseo. No había almorzado ni comido
nada en todo el día, Piscis Australis se había dedicado a dejar que las horas
pasaran mientras el viento mecía suavemente su larga melena y sus ojos bailaban
al son del movimiento del paisaje que podía apreciarse más allá de la
edificación que acogía los encuentros más emocionantes de todo el Santuario. Encuentros
como el que ella había protagonizado esa mañana. Finalmente, y tras mucho
esfuerzo, había puesto orden en su mente, admitiendo que Elektra se había
convertido en alguien con cierta relevancia en su vida, alguien que le generaba
curiosidad y pequeñas mariposas en el estómago, ¿amor? Era pronto para hablar
de ello pero quién sabía… El tiempo sería el encargado de dar luz a esa
cuestión. Así que seguir luchando en contra de aquello que le generaba tanto
bien, le resultaba una pérdida de tiempo:
- Perdida en tu yo interior
¿eh?
Elyn sonrió. Había notado el
cosmos de Elektra antes de que esta abriera la boca, casi antes de que subiera
las escaleras que la llevaban a la zona más alta del coliseo donde ella se
encontraba sentada:
- El día de hoy ha sido
extraño. – Cuando Australis giró la cara para enfrentar a la pelirroja, se topó
con que la chica volvía a lucir la máscara que tantos problemas le había dado
pero ya estaba cansada de ir a contra corriente por lo que ni siquiera se molestó
en enfadarse por verla portando dicho objeto – Felicidades por haber conseguido
la armadura, Shion hizo un gran trabajo.
- En realidad, todo fue
gracias a ti.
- Sí… debí haberme apartado
del camino mucho antes. Está claro que yo era el problema.
Elektra se sentó al lado de Elyn,
muy cerca, tanto que su mano se posó deliberadamente sobre la de su ex
superior. Australis no rechazó el contacto, la piel de la pelirroja se sentía
cálida sobre la suya:
- Sí… gracias a que te hicieras
a un lado las cosas empezaron a fluir.
En aquel momento, Elyn si
que apartó la mano de la chica que tenía sentada a su lado, dolida por el
comentario que acababa de escuchar pero Elektra ya sabía qué tipo de reacción
harían sus palabras en la Caballero de Plata por lo que, apoyó la cabeza en su
hombro y dejó escapar una carcajada para rebajar la tensión:
- No de la manera que crees,
tonta… Cuando te fuiste de mi casa, sentí que todo mi mundo se desmoronaba
porque me di cuenta de que eras la primera persona que podía entrar en mi vida
tras tantos años y por culpa de mi egoísmo, todo se desvaneció. – La voz de
Elektra sonaba diferente a la que Elyn recordaba, parecía mucho más madura y
responsable que antes. ¿Cuánto tiempo había pasado realmente desde la última
vez que hablaron? – Esa noche acudí al Templo de Piscis para pedirte perdón y
acabar en tus brazos o en tu cama, me daba igual… pero Afrodita me detuvo a
tiempo.
- Dime que eso de “A tiempo”
significa algo bueno.
- Si hubiera hecho todo lo
que pensaba, habría seguido escondiéndome de mí misma eternamente… cuando nos
besamos por primera vez, sentí que podía ocultarme más aún de mis problemas
detrás de alguien como tú, tan valiente y poderosa… – la pelirroja hizo una
pausa, se incorporó y miró a su confidente a través de la máscara – Pero Afrodita
me dijo que me marchara de allí y que si quería disculparme, lo hiciera cuando
la desesperación no me estuviera consumiendo. Me habló de manera tan aterradora
que obedecí sin pensar y decidí que te pediría perdón en el entrenamiento al
día siguiente… ¡olvidé por completo que te habían destituido! Y quise que me
tragara la tierra al ver a Shion en tu lugar… Pero él sabía a qué tipo de
problemas tenía que enfrentarse, fue sincero con todos nosotros aquel día, y
nos abrió todo un mundo de posibilidades más allá del que conocíamos.
- No me puedo creer que
prefieras a Shion…
- ¿Acaso no es eso lo que te
dijo todo el Santuario cuando se pensaba que Saga era un traidor? – Elyn miró a
la pelirroja con cierto enojo, odiaba que usaran la rebelión de Géminis en su
contra – Tú tienes tus motivos para admirar a Saga y seguirlo hasta el final si
es necesario, yo no viví de cerca esa situación así que no comparto tu ideal de
defenderlo a toda costa… pero sí que entiendo que te sirva para que no vuelva a
cometer los mismos errores y guiarlo por un mejor camino. Supongo que en mi
caso… Shion consiguió hacerme ver que no puedo seguir anclada pensando.
- ¿Y yo no? ¿Por qué yo no
pude hacer que lo entendieras, Elektra? ¿Por qué no lo viste claro cuando yo te
lo dije?
- Porque eres muy… explosiva,
Elyn. – Aquella confesión no fue más que una afirmación, no había rabia ni
rencor en ello pero fue algo que tomó por sorpresa a la Caballero de Plata –
Intentas que los demás veamos la realdad a base de gritos, de impulsos, de…
¡instinto! Como si tuviera que explotar algo en nuestro interior. Y quizá para
ciertas personas esté bien pero no para mí; yo soy igual que tú en ese aspecto,
mis convicciones personales son muy fuertes y no porque grites más alto vas a
conseguir que cambie de idea. Al contrario, solo conseguirás que me aferre más
a ellas… Pero Shion fue mucho más comprensivo y paciente, supongo que por
llevar vivo más de doscientos años y haber criado a los doce Caballeros de Oro.
En los entrenamientos nos habló de su pasado, de los errores que había cometido
y de cómo ahora, sigue adelante tratando de enmendarlos.
Elyn no dijo nada, Elektra
estaba dispuesta a sincerarse con ella aunque no compartieran la misma opinión
de sobre los últimos acontecimientos así que no iba a interrumpirla, decirle
que el pasado de Shion le importaba poco o nada o lo que opinaba con respecto a
la actuación tan ambigua del antiguo Patriarca del Santuario. Prefería dejar el
mundo correr, demasiado problemas le había supuesto abrir la boca en el momento
más inoportuno.
Sin aviso, la pelirroja se
quitó la máscara y la dejó reposar en el asiento colindante; fue entonces
cuando Australis volvió a quedar enamorada de su rojizo mirar y de su rostro
delicado. Elyn deseó que Elektra siguiera hablando solo por poder contemplar
aquella cara digna del Olimpo por más tiempo:
- He decidido quitarme la
máscara ciertas horas al día… quizá en el futuro sea capaz de no llevarla.
- Por favor, pásame el
horario para que solo te visite cuando no la lleves puesta.
- No será necesario –
Elektra se sentó a horcajadas sobre Australis con una enigmática media sonrisa
atravesando su rostro – solo me la quitaré cuando esté contigo, al menos para
ir empezando.
- ¿Y eso por qué?
- Mhmm… “Un
Caballero femenino no debe ser visto nunca sin su máscara pues es un insulto
más grave que verlo incluso sin sus ropas.” – Empezó a relatar la pelirroja
– “En caso de ser vista, ésta tiene dos
opciones… Matar o amar.” Bueno, fuiste la primera en verme sin ella en casi
doce años… es obvia la opción que decido escoger.
- Que manera más odiosa de
declararte…
Pero en realidad, Elyn se
había derretido ante tales palabras. Agarró el rostro de la chica, acariciando
antes sus mejillas con toda la dulzura que pudo reunir, admirando aquella
belleza que la había cautivado desde el primer instante en que la vio. Elektra
se acomodó en el regaño de Elyn, acercó sus labios a los de ella y aceptó con
gusto el tierno beso que amenazaban con entregarse. Aquel encuentro llevaba
semanas aplazándose por el orgullo de ambas de modo que, una vez traspasada
dicha barrera, todo parecía hacerse más sencillo para las dos. Ninguna se había
cuestionado haberse fijado en una mujer, ambas se habían dejado llevar por lo
que su corazón guiaba porque al fin y al cabo, así era como debían actuar los
Caballeros de Atenea:
-
Entonces… ¿Afrodita evitó que tú y yo acabásemos en la cama hace unas semanas,
verdad? – susurró Elyn. La pelirroja le guió un ojo en respuesta – ¿Qué tal si
solucionamos ese punto divergente del destino?
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