Reunirse con Shion, Saori y
Saga se estaba tornando una costumbre que no terminaba de agradarle pero en
aquella ocasión, no solo ella estaba presente frente a las tres grandes figuras
que guiaban el Santuario: Sam, Derek, Iris y Elektra también la acompañaban en
la citación de aquella mañana. Un mes había pasado desde que la armadura de
Caelum tenía dueño y en los últimos días los otros aprendices habían conseguido
sus nuevas armaduras de Bronce, las cuales, potenciaban enormemente sus
habilidades personajes.
Saga se puso en pie, se
retiró el casco del Patriarca y lo dejó descansar en el trono. Las chicas
imitaron su comportamiento y se quitaron las máscaras que sabían que Elyn
odiaba casi con todo su ser, dejando a la vista una sonrisa orgullosa de oreja
a oreja:
- Te preguntarás qué hacemos
todos aquí.
- La próxima vez espero una
taza de té y unas galletas, por favor.
Los cuatro chicos aguantaron
la risa, a ninguno de ellos se le habría ocurrido jamás decir un comentario
similar en presencia de la diosa Atenea o el propio Saga de Géminis pero no era
una sorpresa que Elyn tuviera valor de hacer tal cosa:
- Lo tendré en consideración
– sonrió Saga – Ha sido idea de los chicos. Ahora que todos poseen sus
armaduras, son un equipo en su totalidad y como tal, quieren ser entrenados por
alguien en concreto.
- ¿Yo? – Preguntó Elyn tras
unos segundos de silencio – ¿Y Shion?
- Shion ya hizo suficiente
con los doce Caballeros de Oro, se hizo cargo de tus aprendices bajo circunstancias
excepcionales – esclareció Saori – y además… es una decisión unánime de los
chicos. Una petición expresa de grupo.
- ¿En serio queréis que os
entrene yo? – Todos asintieron con el corazón, Elyn se sintió emocionada,
aunque apenas tenía diecinueve años se había encariñado de aquel pequeño grupo,
quizá fuera inexperta en el arte de enseñar pero los chicos se habían hecho a
ella y demostraban echarla de menos – Solo con una condición.
- Nada de máscaras. –
replicó Elektra.
Australis sonrió, orgullosa de que aquellas palabras hubieran salido de la boca de la chica que tras mucho tiempo, había conseguido llevar la máscara tan solo ciertos días a la semana. Finalmente aceptó formalmente, frente a Atenea, Saga y Shion. Se comprometió a cuidad de los cuatro por igual, aunque su corazón seguiría mostrando debilidad absoluta por Elektra; juró llevarlos por el mejor camino posible y hacerlos dignos guerreros de la orden. Los superiores confiaban en su palabra y los aprendices acabaron por abalanzarse contra ella para sumirse en un abrazo grupal.
Saga observó aquella escena con cierta ternura, él no había entrenado a nadie cómo sí había hecho Shion en sus años como Patriarca, no había tenido un pupilo al que transmitirle sus valores o enseñarle a sacar su potencial... pero sentía que Elyn era lo más parecido a uno por lo que su pecho se llenó de orgullo y felicidad por verla al fin, compenetrarse con personalidades tan opuesta a la suya. Cerró los ojos, sabiendo que al final... Piscis Australis había vuelto a triunfar sobre aquello que mantenía a ciertos caballeros presos de sus propias ideas.
"Tsk... maldita niña mimada..."
- FIN -