Tal y como ya sospechaba:
Una armadura la esperaba al final de la cueva. Debido al color de las piezas,
Elyn no supo diferenciar el rango al que podía pertenecer pero algo le decía
que no se trataba de una pieza común pues su brillo y el cosmos que desprendía
no parecían concordar con las armaduras de bajo rango. Sin embargo, ¿qué
hacía en un lugar como Lantau una armadura perteneciente a la orden de los caballeros
de Atenea? La chica avanzó un poco más para ver con mayor detenimiento aquello
que había encontrado: la forma objeto de la armadura le recordó increíblemente
a la de Piscis pues también tenía forma de pez, no obstante, esta tenía menos
piezas que la armadura dorada y la posición visual del animal era distinta,
algo más tosca y simple pero igualmente, transmitía serenidad y belleza.
[ Ιχθείς Αυστραλίας ]
- Ichtheís Afstralías – leyó Elyn en la peana de la pieza – Piscis Australis.
Una leve vibración en el
aire demostró que aquel era el nombre con el que la armadura parecía haber sido
bautizada. El corazón de la chica se aceleró y su mente, sospechó que aquel
podría ser el motivo por el que el Patriarca había ordenado que Afrodita la
acompañase en su primera misión al exterior: la constelación de Piscis parecía
estar ligada a aquel tesoro antiguo.
“Bien,
ahora la prioridad es… sacar este trasto de aquí.” se dijo la muchacha.
La
idea de cargar con la armadura, meterla en el agua y sacarla quedó descartada
en el acto, ella sola no podía hacerlo de modo que contactó con Afrodita vía
cosmos:
“Dita, encontré lo que buscamos. Es una armadura.”
Sin embargo, nadie contestó
durante un rato. Elyn bufó, soltando el aire con tanta fuerza que levantó
ciertos mechones de su flequillo empapado, no le quedaba más alternativa que
volver sobre sus pasos, localizar a su compañero de viaje y regresar cuando estuvieran los dos;
ahora que sabía el lugar exacto donde se encontraba su objetivo no necesitarían esperar de
nuevo a la noche para llevárselo de vuelta al Santuario.
“Elyn, ahora es tuya. Llámala.” resonó entonces en su mente. Afrodita había respondido
a su llamada y debido a la respuesta que le dio, la muchacha supo que su compañero sabía mucho más acerca de la misión que Saga les había encomendado. La chica miró de
nuevo la figura que se alzaba a pocos metros de ella, un hermoso pez
tornasolado que simulaba el saltar del agua ¿de verdad aquella sería la armadura que vestiría como Caballero de Atenea?
- A mí, Australis.
***
Dos semanas después de
regresar al Santuario, Mu de Aries visitó la duodécima casa con un grueso libro
entre sus brazos. Elyn salió a recibirlo, como hacía con casi todos los
Caballeros de Oro que pasaban por la entrada del templo de Piscis pues mientras
Camus estaba en Siberia, ella se quedaba en el Templo de Piscis acompañando a Afrodita:
- ¿Qué llevas ahí, "MuMu"?
- Vine a traerte esto por
orden del Patriarca – dijo el lemuriano – Contiene información sobre la armadura
que trajiste de Lantau, es tu deber como su futura portadora conocer su
historia y este libro es el único en todo el Santuario que contiene dicha
información.
- Más la que tú sabes ¿verdad?
Mu sonrió. Efectivamente, él
conocía mucho más de lo que narraba aquel libro gracias a las enseñanzas de
Shion de Aries, el chico de larga cabellera lila era capaz de introducirse en la conciencia de las
armaduras que reparaba, encontrando en ellas parte del alma de cada caballero y
aprendiendo de la experiencia que éstas acumulaban:
- Vamos, Mu... no quiero
leer lo que pone aquí, tú lo haces más entretenido, enséñame.
¿Cómo negarse a la petición de aquella muchacha? Aries suspiró sin dejar de mostrar la sonrisa que había
dibujado, no entendía cómo alguien que seguía tan a ciegas las órdenes del
extraño Patriarca podía caerle tan sumamente bien:
- Está bien, bajemos a mi
templo.
Elyn era una gran amiga de
Afrodita y Deathmask, de Shura de Capricornio y Milo de Escorpio, todos
los que habitaban las casas superiores tenían cierta amistad entre ellos pero el resto, los descendían tras el templo de Sagitario, parecían sumirse en otro círculo: Shaka nunca abría la boca ni salía
apenas de su trance, el maestro Dohko permanecía en los Cinco Picos y a veces
se rumoreaba que también era otro traidor a la diosa, Géminis no ocupaba su
casa, Aioria era un imán para hacerla perder la paciencia y Aldebarán, era un
osito grande pero tampoco interactuaba mucho con él. Mu era sin duda el que
mejor le caía a la hermana de Acuario: era listo, agradable, poderoso y la primera
defensa de las doce casas; Elyn siempre había admirado la valentía de Aries:
- El auténtico nombre de la armadura es Piscis Austrinus – Empezó a relatar Mu mientras guiaba a la chica hasta el taller donde la armadura en cuestión, descansaba desde su llegada al Santuario – pero también
conocida como Piscis Australis, la primera constelación en forma de pez en el cielo hasta la llegada de los peces gemelos; de hecho, la Pandora Box que hoy día
guarda la armadura de Piscis es originariamente la de Australis. Se dice que el Pez del Sur, ha bebido
del agua de la vasija de Acuario y dado origen a los dos peces que salvaron la
vida de la Diosa Afrodita, dando así paso al nacimiento de la constelación que
ahora, forma parte del Zodiaco.
- Así que... ¿se consideró
inservible tras el nacimiento de Piscis? ¿Es por eso no se encontraba en el
Santuario?
- Esa parte de la historia aún está algo confusa pero sí puedo decir que Australis fue degradada al rango de
plata cuando se forjó la armadura de Piscis y nunca ha sido vestida por nadie; de hecho, se reutilizaron algunas
piezas y se usó la Pandora Box para los peces gemelos, por eso actualmente carece
de caja para ser guardaba. El Patriarca me ha encomendado crear una nueva pero
eso requerirá mucho tiempo.
- Plata... ¿Has dicho plata? ¿Voy a ser una Caballero
de Plata?
- ¿Acaso esperabas robarnos
alguna armadura dorada, jovencita?
Elyn dejó escapar una
carcajada ante tal posibilidad mientras dirigía su mirada a la forma objeto de
Australis. Ahora que la veía con una luz mucho más intensa que la de la cueva
donde la encontró, le parecía mucho más bonita que la primera vez: la armadura
poseía un delicado tono turquesa y un brillo tornasolado que nunca antes había
visto, era similar al brillo de las armaduras de oro pero a su vez, no parecía
formar parte de ellas y tras escuchar la historia que le había contado Aries, entendía el por qué. Mu se estaba esmerando por limpiarla, por quitarle toda la
humedad y suciedad acumulada con el paso de a saber cuántos siglos de abandono
y estaba haciendo un trabajo digno de admiración. Las mariposas revoloteaban en
su estómago ante la idea de portarla de manera oficial en un futuro, el
Patriarca había dado el visto bueno para que Elyn se quedara con Australis no
solo por haberla encontrado sino porque su cosmos parecía resonar con el de la
armadura:
- Creo que es perfecta para
mí. – Terminó por decir, pasando la yema de los dedos por la superficie de una
de las piezas con sumo cuidado. – No pertenece a los doce Caballeros de Oro… pero si guarda
relación con ellos, una incluso muy cercana con Acuario y Piscis; igual que yo.
Puedo sentir que se ha sentido muy sola durante todo este tiempo, Mu… y ahora que la encontré, no
quiero que vuelva a sentirse así.
***
Años después de aquella
conversación, la que se sentía sola era ella y Australis, se encontraba más
completa que nunca.
Desde su llegada al
Santuario y tras la aparición de Saori Kido como Atenea, Elyn no había asomado la
cabeza por ninguna sesión de entrenamiento ni había vuelto a dejarse ver por
ninguna parte. La noche que se presentó frente a la diosa acabó por pasarla en
el templo de Escorpio pues Milo era la única persona que podía darle consuelo
ante la muerte de Camus, Afrodita y los demás que habían complementado su vida
desde su más tierna infancia; pero al día siguiente, la chica pasó por todos
los templos de los Caballeros caídos, ordenado sus pertenencias y guardándolo todo
en un cobertizo que construyó en lo más profundo del jardín de Piscis. Finalmente se instaló en la duodécima casa de manera definitiva ya que al fin y al cabo,
su armadura pertenecía a aquel lugar: Piscis había sido su hogar desde el
principio. Elyn también juró cuidar y resucitar a todas y cada una de
las rosas que habían perecido en la batalla de los doce templos en honor a
Afrodita pues mientras no hubiera un nuevo Caballero de Piscis, ella guardaría
dicho lugar y se convertiría en el último bastión que protegería a la diosa
Atenea de cualquier amenaza.