Aún con el rapapolvo que
recibió por parte de Shura y Aioros debido a su retraso, la fiesta de fin de curso fue un absoluto
éxito que dejó encandilados a todos los estudiantes, profesorado y a la directora
de la academia. La coordinación entre los líderes de sección fue absoluta y cada actividad
comenzó a la hora prevista contando incluso, con pequeños intervalos de
descanso que permitieron que Aphrodite pudiera comer en condiciones. Las horas
fueron pasando rápidamente hasta que llegó el momento en que el líder de Piscis
se vio despidiéndose de sus amigos: Shura, Aioros, Deathmask, Camus y Milo –de
la sección de Acuario y Escorpio– que habían participaron como los jefes de los
voluntarios. Todos habían hecho un trabajo excelente y Piscis, no podía estar más orgulloso de ellos y de la cercana amistad que habían desarrollado con el paso del tiempo en Los Elíseos.
Sin embargo, esa misma noche partía de nuevo en dirección a su país natal por lo que, aunque intentó por todos los medios buscar a los gemelos de Géminis para al menos por despedirse... ninguno de sus esfuerzos tuvo éxito y se marchó al aeropuerto con la misma sensación de tristeza que lo aplastó en las vacaciones de Navidad.
***
Una vez sentado en el avión, Aphrodite rememoró todo lo que había vivido en la prestigiosa academia ese año: había empezado con mal pie por culpa de las novatadas pero ese pasaje de su vida ya quedaba demasiado lejano en su memoria, gracias a ello había conocido
a Saga e iniciado un romance con él aunque un nuevo altibajo lo sorprendió cuando Géminis
tuvo que marcharse a Grecia... por suerte, la intervención de Deathmask, Shura y Aioros para
mantenerlo ocupado hasta el regreso de su amor había servido para afianzar sus relaciones de amistad por lo que la marcha de Géminis se le hizo bastante más llevadera. Pero allí estaba, con un nuevo
golpe de nostalgia por tener que permanecer separado de Saga otros dos
interminables meses.
Con un suspiro, Aphrodite aceptó que su relación con
Géminis había terminado puesto que nadie daría por hecho que seguirían siendo una pareja
después de tanta distancia de por medio a pesar de la visita express que Saga
le hizo la noche anterior. El rubor cubrió sus mejillas al recordar el
maravilloso cuerpo del Presidente del Consejo Estudiantil sobre el propio, su boca y sus
gemidos… Así como el salvaje contoneo de sus caderas contras las suyas. Aphrodite
sacudió la cabeza, aún le quedaban unas cuantas horas hasta llegar a su país natal y
lo último que necesitaba era pasarlas regocijándose en las pasionales noches con
Géminis.
***
“¿Éste eres tú?”
Aphrodite alzó una ceja al
leer aquel mensaje que Saga le enviaba tras una semana sin saber nada de él; acto seguido, el chico también recibió una
foto. Al verla, se podía apreciar la heladería en la que Piscis y sus padres estaban
sentados en aquel momento y en el centro de la imagen, una inconfundible cabellera de celeste que destacaba como la luna
en mitad de la noche:
“Jaja reconocería mi melena en cualquier parte”
Respondió
Aphrodite añadiendo divertidos stickers y mostrando una sonrisa que incluso a sus padres les llamó la atención.
“¿De dónde has
sacado esa foto?”
Los segundos que Saga tardó
en responder se le hicieron larguísimos hasta que finalmente una
nueva imagen apareció en la pantalla del teléfono del sueco. El muchacho se levantó de la
mesa a toda velocidad sin importarle si se llevaba por delante los helados de sus padres, se dio la vuelta con nerviosismo pues la fotografía que le había mandado
Géminis era prácticamente igual a la primera salvo por una única diferencia: era una
selfie y Saga aparecía en ella. Al girarse, Aphrodite encontró a Géminis apoyado
en una farola unos metros más atrás, observándolo con una sonrisa de oreja a oreja. Piscis echó a
correr hacia él, olvidándose de la presencia de sus progenitores y del resto de
personas que se habían quedado mirándolo por su imprevista reacción. Literalmente, se lanzó al cuello de Saga y lo besó en los labios, sin creer del todo que de verdad que estuviera allí:
- Yo también me alegro de
verte – Rió Géminis cuando sus bocas se separaron.
- ¿Q-Qué haces aquí?
- Bueno... pasé cuatro
meses en Grecia y la noche que llegué a Japón me comporté como un idiota que solo
pensaba en sexo y en la fiesta de fin de curso ni me pude despedir de ti. – Saga
agarró al muchacho por la cintura y lo acercó a su cuerpo, pasando por alto que
los padres de Aphrodite miraban la escena desde la mesa de la heladería – Así
que cuando volví a casa, busqué hoteles, compré un vuelo y he decidido quedarme
aquí hasta finales de Agosto.
- ¿Estás de broma…?
- No, por desgracia vas a tener
que aguantarme dos meses. No conozco Suecia, así que no puedes dejarme solito... – y
acto seguido, Saga fingió sentirse extremadamente triste ante dicha posibilidad
Aphrodite no pudo evitar
sorprenderse y hasta emocionarse por todo lo que escuchaba, se había hecho a la idea de que
Géminis no volvería a interesarse por él hasta el comienzo del nuevo curso y ni
siquiera estaba seguro de si aún eran una pareja o no… pero lo que el chico acababa
de hacer era una locura, algo tan increíble que el muchacho de cabello celeste tan solo supo agradecer besándolo de nuevo.
***
Estocolmo, la ciudad en la que
Aphrodite vivía, jamás le había parecido tan hermosa como aquel verano junto a
Saga.
Había visitado infinitas veces la zona de Gamla Stan pero ir con dicha compañía lo hacía el perfecto lugar
para perderse del brazo de su amor, caminando entre las encantadoras tiendas y los coloridos
edificios medievales hasta que la noche los tomaba por sorpresa. El ayuntamiento también les ofreció las mejores vistas del centro
de la capital a pesar de la cantidad de peldaños que tuvieron que subir pero el esfuerzo mereció la pena. Las
rutas en barco fueron otra de las cosas que más enamoraron a Saga del
archipiélago sueco, hicieron varias a lo largo del verano y los looks que
Aphrodite lucía en cada travesía lo incitaban a buscar un lugar apartado para comérselo a besos:
- No sé cómo lo vamos a
hacer cuando empecemos el curso de nuevo si no empiezas a controlarte, Saga... – susurró Aphodite, adicto al sabor de los besos de Géminis.
- Tendremos que aprovechar
el tiempo en estas semanas ¿no crees?
Y lo aprovecharon, contentándose con despertar abrazados o
disfrutando de la tranquila expresión que cada cual tenía antes de abrir los
ojos. Aunque, para qué negarlo, las relaciones íntimas que tuvieron en Suecia quedarían
marcadas para siempre en sus corazones; ambos se encargaron de buscar lugares exóticos de los que disfrutar, encontrando con ello nuevas sensaciones que
tardarían tiempo en volver a sentir.
***
Gracias a ello, Aphrodite
descubrió una faceta propia que desconocía: la sumisión ante Saga era algo que
adoraba. Géminis lo había sorprendido con una pasión mucho más salvaje que en Los Elíseos, algo que no
coincidía con la actitud sosegada del chico cuando se mostraba al mundo. Allí, entre las cuatro paredes del hotel, Saga se dejaba llevar por sus instintos más oscuros resultando
ser una persona casi completamente diferente; no obstante, aquello enloquecía a
Piscis como ninguna otra cosa.
Aphrodite se mordía el labio
inferior mientras un escalofrío le recorría la espina dorsal. En aquel momento, Saga
jugueteaba con su cuerpo pero él era incapaz de verlo pues una cinta negra cubría
sus ojos, privándolo de dicho sentido; tampoco tenía opción de enredar los dedos en la melena de Géminis ya
que el muchacho también había encontrado la manera de atarlo al cabecero de la cama.
Aphrodite supo que el juego de aquella noche resultaría especialmente excitante porque había reconocido el sonido del bote de nata y distinguido
el sabor a fresa de los aceites que Saga había comprado días antes. No ver qué
estaba ocurriendo a su alrededor le aceleraba el corazón, manteniéndolo expectante
ante las caricias y movimientos de su acompañante; cada emoción se sentía mucho más intensa que otras veces, cada
beso, cada mordida, por lo que decidió que su misión aquella noche sería evitar recurrir a la palabra
de seguridad que los dos habían establecido. Los placeres de
yacer en la cama con Saga superaron las expectativas con creces y Aphrodite se
planteó reservar en Japón alguna suit para escabullirse con su amor en los días
escolares, interesado en no perder aquella atractiva costumbre.
A la mañana siguiente,
Piscis le comentó la idea a Saga mientras el desayuno que tomaban les recordaba
a las horas previas de pasión desenfrenada:
- Me parece un tanto precipitado pensar en eso,
Aphrodite – opinó Géminis – Es cierto que vamos a tener que poner
un poco de espacio entre nosotros cuando se inicie el curso.
- No estoy sugiriendo montar todo esto en nuestras habitaciones, por eso pensé en hacerlo fuera del campus, así no tendremos ningún problema.
- Hay algo que debes saber antes de buscar hoteles como un histérico.
- ¡Otra mala noticia después del sexo! No me gusta nada esa costumbre que estás tomando.
- No creo que sea una mala noticia pero cuando se
inicien las clases la semana que viene, me tendré que hacer cargo de los alumnos
de intercambio y eso, sumado a las actividades de la presidencia, me mantendrá
bastante ocupado.
- Oh, vamos, Saga... Conseguimos mantener en
secreto nuestra relación por mes y medio, repetir esa experiencia no debería privarnos de este tipo de placeres cuando nadie nos ve. – Aphrodite pinchó una fresa y la restregó en la nata que quedaba en el
plato de Saga – Además, ni que fueras a arropar y a dar un beso de buenas noches a todos los
alumnos de intercambio.
Géminis no dijo nada pero eso fue más que suficiente para que Piscis entendiera la situación:
- Oh, ya veo... – sonrió con
malicia el chico de cabello celeste – Viene tu romance de Grecia y no quieres que te vea en brazos de otro chico ¿es eso, verdad?