El rey de las novatadas.


Saga, el líder de la constelación de Géminis, fue elegido como el futuro nuevo Presidente del Concejo Estudiantil. De entre los doce alumnos con mejores notas y comportamiento –el primero de cada constelación que separaba a los estudiantes de primer curso en el Bloque D–, él había salido victorioso. Aphrodite se sintió un poco decepcionado al principio pero sopesó que Saga no era una mala opción: alto, atlético y guapo, la seriedad de su rostro trasmitía seguridad y era alguien respetado por muchos ya que tenía cierta amistad con los líderes de Géminis más mayores desde antes de iniciar el trimestre, emulando la perfecta unión entre los antiguos y los nuevos alumnos pertenecientes al último tramo de estudios de Los Elíseos:

- La noche que precede a las vacaciones de Navidad serás nombrado oficialmente, Saga – le dijo la directora – Enhorabuena.

Todos los presentes aplaudieron la decisión, no les quedaba otra opción a fin de cuentas pero nadie parecía estar en contra del nombramiento del estudiante de Géminis. Algunos de ellos se quedaron a charlar e incluso felicitar al chico por su título pero Aphrodite decidió marcharse, no conocía a ninguno de los demás líderes y una vez saliera del edificio, tendría la tarde libre para marchar al centro de la capital y realizar los recados que el día anterior quedaron en el olvido. 

Llegó a su cuarto y se cambió de ropa a algo más cómodo y fresco para salir a la calle, Septiembre aún era un mes caluroso por lo que para complementar una camiseta de tirantes y unos pantalones cortos, se trenzó el pelo. Cerró su habitación con llave, la metió en su mochila de cuero y emprendió el camino hacia la ciudad: Allí disfrutó como un niño, nadie lo observaba ni lo molestaban al pasar por su lado, la ciudad estaba repleta de turistas de un sinfín de nacionalidades, algún que otro grupo de despistados le preguntó la dirección de un hotel que él por fortuna conocía y los guió encantado, escuchando incluso aventuras de los más ancianos. Las horas se pasaron volando y cuando el atardecer empezó a hacerse notar, el chico regresó a la residencia cargado de bolsas. A pesar de las muchas cosas que había comprado no se sentía tan abatido como el día anterior, el buen humor había vuelto a su ser y no dejaba de darle vueltas al maravilloso pastel de crema que tomaría después de cenar. 

Tan ensimismado estaba en sus próximos planes que no se dio cuenta de quien pasaba por su lado hasta que una mano furtiva tocó notablemente su trasero:

- ¡Guapa!

- ¡No vayas provocando por ahí, novato!

Varios manotazos más alcanzaron su destino mientras él trataba de huir. Aphrodite no estaba muy seguro de que fueran los mismos chicos que el día anterior le habían lanzado harina pero aquellos tocamientos le sentaron tan mal como la primera novatada… No obstante, una parte de su interior se alegró de que al menos lo hubieran dejado intacto y que el mal rato tan solo hubiese durado unos segundos. Por desgracia, la palabra novato le cerró el apetito y aquella noche, el pastel de crema quedó esperando dentro del frigorífico.

***

Sin embargo, por desgracia los días siguientes no mejoraron en absoluto: el grupo de cuatro chicos definitivamente la había tomado con él y Aphrodite no sabía cuánto tiempo tenía que soportar novatadas o dónde estaba el límite de lo permitido. La situación llegó a tal punto que para evitar el acoso, el líder de Piscis decidió cambiar de ruta para volver a su mini apartamento; fue una pena que los chicos conocieran sus movimientos y pudieran atraparle al tercer día de esquivo:

- ¡Hola, novato, hoy te toca escuchar por dos minutos, y sin interrupción, lo que opinamos sobre ti!

Uno de ellos pulsó un cronómetro y de repente, cuatro voces comenzaron a gritar a la vez. Aphrodite inspiró hondo varias veces tratando de ocultar lo alterado que estaba su corazón tras las excesivas palabras que escuchó de aquellos alumnos, no parecían ser de los más mayores –quizá tan solo un curso superior– pero la maldad y picardía de sus opiniones hizo mella en la autoestima de Piscis pues por muy acostumbrado que estaba a que lo insultaran, aguantar el tipo durante dos minutos resultó difícil incluso para él. Aún con ello, ninguno de los agresores lo tocó de nuevo por lo que en cierto modo, también agradeció que hubieran dejado aquella actitud a un lado. 

Algún día terminará todo esto” se dijo cuando éstos se marcharon.

***

Una semana había pasado desde el inicio del curso cuando las novatadas subieron de nivel. Aphrodite ya no sabía qué hacer aunque creyó encontrar la manera de evitarlos la mayor parte de las veces acercándose siempre a un grupo de alumnas que hablaban por los pasillos y en los cambios de asignatura. Al verlos aparecer, Aphrodite simulaba interactuar con ellas de modo que los chicos pasaban por su lado sin hacer un solo gesto o mirarlo descaradamente. La conciencia de Piscis se escudaba en que otros compañeros estarían pasando por el mismo calvario que él, cada cual con sus complejos y sus miedos, así que esperaba que si al menos aguantaba una semana más evitando el encuentro con los mayores, estos se terminarían olvidando de él o agotando el tiempo de las novatadas.

Algún día terminará todo esto” rememoró sin saber que, a diferencia de su esperanza, la pesadilla estaba a punto de empezar. 

***

Tal y como había pasado con las veces anteriores, los cuatro chicos aparecieron de la nada para asaltarlo una tarde en la que tuvo que reunirse con el resto de líderes de la constelación de Piscis. Aquella vez, el cuarteto cruzó todos los límites cuando, al arrinconar a Aphrodite, lo empujaron hasta meterlo en el vestuario masculino que había en las inmediaciones de las pistas de deporte. Cansado de aquella situación, Piscis trató de zafarse del brazo del chico que lo sujetaba pero no tuvo éxito a la hora de escapar:

- Venga, novato, nos estamos divirtiendo – rió el más alto de los cuatro y justo cuando su presa iba a protestar, le restregó un trozo de pastel por la cara.

Entre carcajadas, el grupo lo retuvo hasta dejarle el rostro cubierto con los restos de dulce. La impotencia empezaba a tomar control en el cuerpo de Aphrodite que ya no sabía cómo reaccionar ante tal invasión de su intimidad. En ningún momento dejó de forcejear, insistiendo en encontrar un hueco por el que salir corriendo pero finalmente, su tentativa de escapar de allí se vio truncada cuando una lengua lamió un trozo de nata que amenazaba con resbalar por su barbilla:

- ¡Jo, jo! ¡Dinos tío! ¿Qué está más bueno? ¿la tarta o él?

- No lo sé, se mueve demasiado.

- Eso tiene fácil solución.

Aphrodite se vio empujado hasta chocar contra una pared y acto seguido, un chorro de agua cayó sobre su cabeza. No sabía en qué momento habían conseguido desviarlo a las duchas pero el golpe de agua fría lo dejó paralizado, momento que uno de los chicos aprovechó para buscar más restos de pastel en su cara. Temblando, Aphrodite soportó que un desconocido le besuqueara la cara mientras el resto se reía a pleno pulmón de la escena; al notar que la persona que tenía encima se alejaba, ocultó su rostro bajo el cabello mojado, camuflando las lágrimas de rabia bajo el agua que resbalaba por su flequillo:

- Venga, vamos, es hora de acabar con esto o nos van a pillar.

Deseando que tuvieran razón, Aphrodite miró hacia sus agresores con la firme decisión de delatarlos nada más lo dejaran en paz, se había cansado de ser perseguido por tales personas y que nadie pudiera castigarlos; los chivatos no eran el plato favorito de nadie pero su paciencia ya no soportaba más vejaciones y menos, que otros las tuvieran que aguantar año tras año:

- Eh, novato, no nos mires así y quítate la ropa, no querrás pasar frío ¿no?

Había malicia en aquellas palabras, sobre todo cuando el líder de Piscis vio como el más alto de los cuatro, y cabecilla del grupo, sacaba de su mochila un conjunto de lencería femenina:

- Es una pena que esto sea lo único seco que tienes a mano… así que, yo que tú me lo pondría si quieres salir de aquí.

- Que te den… – se atrevió a contestar.

- ¿Cómo has dicho?

- He dicho: Que te den.

- Vaya, vaya... así que la putilla tiene un vocabulario digno de su apariencia – aquel que sostenía el paquete con la lencería se lo tendió a su amigo y rebuscó de nuevo en su mochila.

En aquel instante, a Aphrodite se le vino el mundo encima tras ver aparecer unas tijeras en las manos de su acosador. De manera violenta, el cabecilla se acercó a su cara y lo agarró por la nuca mientras hacía sonar la herramienta muy cerca de él:

- O te vistes con lo que te hemos traído o te dejo calvo aquí mismo ¿me oyes? Estoy cansado de ver esa melena menearse por el campus, así que lo único que va a conseguir que se me pasen las ganas de cortarte el pelo es o que te vistas o que me la chupes directamente. Tú decides.

- ¿Quién te la va a chupar, tío? – dijo una voz desconocida.

El miedo se dibujó en la cara del abusón al identificar la voz de la persona que acababa de entrar en los vestuarios pero nada podía compararse al pánico que Aphrodite sentía en su interior después de las amenazas que había recibido. El labio inferior le temblaba de terror cuando su agresor se alejó de él, tijeras en mano, para encarar a aquel que le preguntaba:

- No hables de esa manera, Kanon, es asqueroso. – opinó otra voz.

- Está bien, está bien, Saga. ¡Pero solo porque eres tú! Por ser mi hermano ¡y por ser el Presidente del Consejo Estudian...

Todo quedó en silencio y cuando Aphrodite alzó la mirada, se topó con unos nuevos ojos que no dejaban de observarlo por el hueco que dejaba la ducha del vestuario. Obviamente, ninguno de los dos recién llegados esperó encontrarse con el líder de Piscis tirado en el suelo, empapado de pies a cabeza y con restos de tarta restregados por la cara.