Durante un segundo, todo el
mundo se quedó mirándose los unos a los otros pero fue Aphrodite quien
finalmente, desvió la mirada de los hermanos que acababan de entrar en los
vestuarios, deseando por lo más sagrado que no quisieran unirse a la fiesta de sus acosadores. No era ningún secreto que Saga de Géminis tenía un hermano gemelo, el cual siempre lo acompañaba a todas partes y aunque eran dos gotas de agua, Kanon tenía una actitud algo más agresiva que Saga;
quizá por eso, fue el primero en hablar:
- Por el amor de… ¿Qué
demonios estáis haciendo? – Los cuatro chicos no dijeron nada, petrificados
ante la ira que flameaba de la mirada de su interlocutor – Largaos de aquí... ¡ya!
Aphrodite no alcanzó a ver
como sus agresores se marchaban bajo la orden del gemelo de Saga pues se
encontraba todavía temblando de pánico por lo que acababa de suceder. Le daba
igual estar empapado e incluso, consideró no prestarle atención al hecho de
haber sido besuqueado en la ducha… pero la amenaza de aquellas personas había
sido real y había cruzado los límites de la lógica. Tragó saliva, pensando en
qué hubiera sucedido de no haber aparecido los gemelos en dicho momento.
De repente, algo rozó su
mejilla e instintivamente se apartó del contacto. Al alzar la mirada se topó con
los ojos claros de Saga ¿o era Kanon? Los dos tenían el mismo color de pelo, el mismo tono de iris... Al haber desviado la mirada no sabía quien tenía delante pero el caso era, que el que fuera, sostenía una pequeña toalla en la mano derecha y trataba
limpiarle de la cara los restos de pastel que aún estaban allí. Saga –¿O Kanon?– entendió que Aphrodite estaba asustado por lo que retiró la prenda y se alejó
un poco:
- No te preocupes, ya pasó todo... U-Usa todo lo que necesites.
– Le dijo Géminis soltando frente a él una mochila de deporte.
Y acto seguido, los hermanos se marcharon de allí y lo dejaron solo.
El silencio envolvió el lugar y la luz del atardecer se filtró por las ventanas mientras Aphrodite seguía temblando de frío y miedo. Al cabo de unos minutos, el chico sacó fuerzas para moverse y acercarse a la mochila pues
no le quedaba más alternativa que cambiarse de ropa para salir de los vestuarios y llegar a su apartamento; aunque estaba decidido a
denunciar aquel episodio, no estaba dispuesto a que nadie lo viera así, totalmente
humillado por unos alumnos de un curso superior y sin haber podido defenderse. De modo que abrió la bolsa que Géminis había soltado en el suelo aún con las manos dominadas por los nervios, y descubrió en su interior un chándal de deporte, un par de toallas secas y un neceser.
Aphrodite sintió que sus mejillas se ruborizaban ante la idea de vestir ropa de otro chico y mucho más, si cabía la posibilidad que fueran prendas del futuro Presidente del Consejo pero al final, no tuvo más alternativa que ponerse en pie, cambiarse,
liar su uniforme en una de las toallas y salir corriendo hasta llegar a salvo a su apartamento.
***
La determinación para plantarse en el despacho de la directora se había esfumado por completo cuando
el despertador sonó, inaugurando una nueva jornada estudiantil. Al abrir los
ojos, Aphrodite se notaba mareado, extremadamente cansado y las ganas de acudir
a clase eran prácticamente nulas. No se sentía con fuerzas para afrontar una novatada
más y la mejor manera de evitarlas era quedándose en casa; sin
embargo, al incorporarse sobre el colchón descubrió la mochila de deporte de Géminis por lo que no le quedó más alternativa que levantarse y acudir
al campus para devolvérsela y agradecer la ayuda en los vestuarios. Así que
inspiró hondo y realizó toda su rutina diaria
como de costumbre para que a la hora estipulada, caminase hacia al campus con el corazón en un puño.
La ruta hacia las aulas le
pareció increíblemente largo, sus pupilas iban de un lado a otro buscando el
menor movimiento que pudiera alterarlo, esquivando a cualquier persona que se le acercara más de la cuenta y sintiéndose temeroso de ser el centro de atención; dicha mañana, tomó una nueva ruta, se escondió de los grupos grandes y
de los cursos superiores hasta que por fin, se encontró en frente del edificio
principal donde se impartían las clases:
- Disculpa ¿eres Aphrodite, líder de Piscis?
Aquella voz lo sobre saltó y le cortó la respiración.
Al girarse, el chico se encontró con uno de los gemelos de Géminis ¿Kanon? ¿Saga? ¿Quién era de los dos? Por un instante, la mente de Aphrodite se disparó
recordando que la tarde anterior, el hermano de Saga le había dicho a sus
agresores que se marcharan sin réplica alguna por lo que la posibilidad de tener un nuevo
abusón en su vida hizo que sus piernas perdieran la fuerza, que sus manos se
aferraran por inercia a la bolsa de deporte que cargaba en un hombro y que uno de sus pies, retrocediera para aumentar la distancia con Géminis. El muchacho seguía
mirándolo, sin hacer nada, tan solo esperando por una respuesta que finalmente llegó cuando Piscis asintió:
- Soy Kanon, nos vimos ayer por la tarde en los vestuarios ¿te importaría venir conmigo?
Aphrodite se quedó callado. Aterrado. ¿Dónde quería llevarlo? ¿Por qué a solas?
- No te preocupes, no voy a hacerte nada.
Acto seguido, Géminis echó a andar por lo que Piscis obedeció sin objeción a la petición de su interlocutor ya que no le pareció que quisiera hacerle daño, era cierto que su voz sonaba enfadada pero algo en sus ojos verdes indicaba que era alguien de fiar –al menos por el momento–.
En el trayecto, ninguno de los
dos dijo nada aunque el líder de Piscis sopesó la
idea de entregarle al muchacho la mochila de deporte porque al menos, no tendría que buscar a los gemelos después de
las clases. Las dudas y las preguntas se agolpaban imparables en la cabeza de Aphrodite hasta que de pronto, se
encontró delante de la puerta del despacho de Saori Kido, la directora de la
academia. Géminis tocó a la puerta con los nudillos y esperó en silencio. Cuando la puerta se abrió el chico se hizo a un lado y del interior del
despacho salieron los cuatro estudiantes que se habían pasado casi dos semanas
atormentando a Aphrodite. El líder de Piscis palideció al verlos pero apenas
tuvo tiempo de sufrir por ello pues Saori lo hizo pasar, a él y a Géminis, inmediatamente después.
Aphrodite se encontró con que el otro gemelo –al cuál sí que supo diferenciar como Saga de Géminis– también estaba
allí, de pie y al lado de la mujer que dirigía el centro. Mientras avanzaba por la habitación, Piscis descubrió claras diferencias entre Saga y Kanon, el rostro del Presidente del Consejo era más fino y más delicado que el de su hermano; tenía la nariz algo más ancha y su pelo, era un par de tonos más oscuro; todo eran pequeños detalles pero suficientes para que Aphrodite supiera distinguirlos a partir de aquel momento si si su estancia en la academia se alargaba lo suficiente.
Saori le habló con una delicadeza
absoluta y le pidió que se sentara frente a ella. Una vez acomodado en una de
las sillas, la mujer miró sobre su escritorio, cogió un papel y se lo tendió para que lo leyera:
- Quiero que añadas, si es necesario, cualquier cosa que consideres necesaria para completar el informe.
Piscis clavó sus ojos
azules en el papel descubriendo que se trataba de un documento redactado y
firmado por Saga de Géminis en el que se describía la escena del día anterior
en los vestuarios:
- E-Esto no es necesario, directora... creo
que solo fue… una novatada que se descontroló, no tiene importancia... – respondió el chico, olvidándose de la intención de denunciar a los cuatro estudiantes que acababan de salir de allí.
- Aphrodite... Déjame decirte que lo que has estado sufriendo no son novatadas sino un claro caso de acoso escolar que no voy a tolerar bajo ningún concepto.
***
Así fue como una hora y media
después, Aphrodite terminaba de informar a Saori de los actos cometidos en su
contra durante semanas. Kanon y Saga confirmaron algunas de las
palabras del muchacho y permanecieron en el despacho hasta que el caso quedó
totalmente cerrado. Esa mañana, Piscis hizo frente de nuevo a sus acosadores
y presenció la inmediata expulsión de éstos de la academia.
Todo sucedió demasiado rápido, sin que a Aphrodite le diera tiempo a asimilar lo que estaba pasando; a veces sentía miedo y otras, alegría pero la mayor parte
del tiempo, lo que más abundaba en su interior era la confusión:
- Chicos, por favor y como
última petición, os pido que acompañéis a Aphrodite a su apartamento; por otro lado, Saga... te agradezco mucho la ayuda con este tema y te felicito por cómo lo has llevado a pesar de no ser
todavía el Presidente del Consejo. – dijo Saori con una sonrisa.
- Es un placer ayudar,
directora; no se preocupe, nos haremos cargo de todo.
En aquel instante,
Aphrodite, Saga y Kanon salieron por fin del despacho de Saori. El medio
día hacía rato que había pasado y las tripas de Kanon rugieron ante la falta de
comida. Saga dibujó una media sonrisa en su rostro y se dirigió a su hermano sin separarse
de Aphrodite:
- Anda, lárgate, Kanon…
- ¡Oh, te amo, hermano!
Piscis vio como el
gemelo de Saga se marchaba corriendo en dirección al edificio que albergaba las
secciones de Géminis, dejando solo a su hermano a pesar de que ambos se morían
de hambre. No obstante, Saga miró a su acompañante con dulzura y pasó un brazo sobre
sus hombros para incitarlo a dar los primeros pasos que los llevarían al
apartamento donde vivía el muchacho de cabello celeste. Mientras caminaban en silencio, Aphrodite
sintió como la frustración de su corazón se
atoraba en su garganta, haciéndole un nudo que por mucho que intentó tragar, no
se desvaneció lo más mínimo; su sueño había sido siempre llegar a cruzar las
puertas del bloque D, esperando dejar atrás el desprecio a su persona por su
aspecto físico y sin embargo, las cosas no habían hecho más que empeorar. Sus pasos se detuvieron entonces sin
querer y de sus ojos, empezaron a caer lágrimas de impotencia. Aphrodite se
había olvidado de la persona que caminaba a su lado pero Saga, no dijo nada
mientras el chico que custodiaba sollozaba en silencio.
La
situación se había tornado un tanto incómoda pero Géminis consideró que no era el
momento de presionar a nadie tras todo lo sucedido a lo largo del día así
que esperó pacientemente hasta que el muchacho se calmó pasados unos minutos:
- L-Lo siento… – acabó por
decir Aphrodite al recordar que Saga se encontraba a su lado – Es solo que… han pasado
muchas cosas.
En ese momento, el líder de Piscis notó como la
mano de Saga se posaba y apretaba ligeramente su hombro, simbolizando un
apoyo moral que no esperó recibir por su parte. En vista del nuevo silencio que se formó en torno a ellos, reemprendieron entonces el camino hasta que llegaron a su destino.
- Quizás... esto pueda sonarte raro después de todo lo que me pasó pero... si quieres almorzar ahora, puedes hacerlo aquí. – sugirió Piscis cuando abrió la puerta de su casa.
- Gracias por el ofrecimiento, pero será mejor que me vaya con Kanon, no puedo dejarlo solo mucho rato.
El Presidente
del Consejo se despidió formalmente de Aphrodite e inició entonces su camino de
vuelta, dispuesto a devorar todo lo que hubiera en la cocina:
- ¡Espera, Saga! – Exclamó Aphrodite de pronto – Llevo todo el día cargando esto y… quería devolvértelo.
G-Gracias por prestármelo aunque no se si es tuyo o de tu hermano.
Saga no dijo nada al principio al ver
cómo el chico le entregaba la mochila de deporte que el día anterior le había dejado al pie de la ducha en los vestuarios; a pesar de haber estado a su
lado todo el tiempo no se había fijado siquiera en aquel detalle por lo que
dejó escapar una carcajada ante la aparente vergüenza de Aphrodite:
- Es mía, es mía... pero no tenías que devolvérmela en seguida, no es más que ropa de
deporte. Lamento que no fuera un uniforme de tu talla.
- Oh, no, no... Tranquilo. Era más de lo que podía pedir... Además, olía
bien; ya sabes, “a hombre”.
Saga parpadeó atónito ante el comentario de Aphrodite y aunque no supo cómo interpretarlo, si que supo
cómo responderle tras ver que el muchacho sonreía:
- Esa expresión te queda
mejor que las lágrimas. Estás más guapo así.
Acto seguido, y aún sabiendo
que podría ganarse una bofetada, Saga acercó su rostro a la cabeza de Aphrodite y depositó allí un tímido beso. Después de ver que el chico no se opuso al
gesto, se separó y se dio media vuelta antes de guiñarle un
ojo y despedirse definitivamente tras un día de locos.