Camus golpeó la mesa con ambos puños cerrados sobresaltando con ello a Hyoga y Afrodita. Shun, que estaba sentado en el suelo frente a la chimenea con las piernas cruzadas y sumido en un trance que lo conectaba directamente con el Santuario, tan solo alzó una ceja como si la explosión del hombre no le hubiera sorprendido en absoluto:
- Resulta curioso que el servidor más frío de Atenea pierda los nervios de esta forma – dijo con la misma templanza que años atrás Shaka había tenido.
- ¿Aún no se sabe nada de ella?
- Su opinión no ha cambiado en absoluto, Atenea permanecerá en el Santuario hasta que Kronos se manifieste como un enemigo real fuera de estas tierras. Mientras tanto, solo nos queda esperar a que Elyn y Missioh tenga éxito en su batalla.
- Empiezo a cansarme de esperar.
- Entonces márchate – le pidió Afrodita – Y sigue los pasos de tu hija.
Camus frunció el ceño, molesto ante la petición de Piscis. Los chicos habían salido hacía horas en busca de cualquier pista acerca de Kronos o de la gente de Asgard y no se habían molestado en informarles ni de mantener el contacto via cosmos por si la cosa se complicaba. Los dos habían partido a proteger y a defender su tierra mientras que los guerreros de Atenea se habían quedado en la casa que Afrodita había ocupado esperando por las palabras de su diosa:
- Desobedecer las órdenes de Atenea tiene un precio, Afrodita.
- Y me lo recuerda el único de los doce que ha cambiado de bando cada vez que se le ha antojado ¿Qué te impide cambiar de bando ahora, Camus?
- ¿Me estás acusando de traidor, Afrodita? – Camus se puso en pie mucho más enfurecido que antes, Hyoga se incorporó también, dispuesto a intervenir pero Afrodita los frenó a ambos alzando una mano.
La expresión del antiguo Caballero de Piscis indicaba cansancio, algo que no había mostrado mientras Elyn y Missioh estuvieron presentes, aquella parecía ser la auténtica cara de Afrodita por lo que Hyoga empezó a preocuparse sobre la situación que se les venía encima:
- Por favor, no me malinterpretes, Acuario; yo mismo me dejé guiar por Saga en contra de Atenea, acepté el poder de Hades y me quise mantener al margen en la lucha contra Andreas... No estoy hablando de traición sino de seguir tu propio camino. Eso es algo que has hecho siempre ¿me equivoco? No pretendo juzgarte en absoluto.
- Sabes que siempre seremos Caballeros de Atenea, en cualquiera de nuestras vidas.
- No te mientas a ti mismo, Camus. Sabes tan bien como yo que ya nada nos une a nuestra diosa pues ni siquiera contamos con la fuerza de nuestro cosmos dorado para ayudar en una batalla.
- Entonces ¿qué hacemos aquí si no valemos para nada?
Afrodita mostró resignación pero también una profunda pena. Nunca había tenido demasiada confianza con su vecino en las doce casas aunque tampoco se había molestado en acercarse demasiado al resto de sus compañeros; por eso, que Camus le hablara con aquel desprecio le resultó indiferente pero si extrañó la compañía de DeathMask, aquel chiflado que siempre había permanecido a su lado comprendía en todo momento sus palabras:
- Yo estoy aquí porque me siento en deuda con Missioh y si ese chico tiene que luchar por su tierra, yo estaré aquí a su regreso, si pudiera ayudarlo no habría dudado en ir tras él. – Respondió por fin Afrodita – Pero admito mis límites y actúo en consecuencia. Así que responde, Camus ¿qué te impide ir en busca de Elyn en este momento? Es posible que ella haya renegado de Atenea y de ser tu hija pero dudo que eso te detenga a tí ¿estoy en lo cierto o no?
***
La caída contra el suelo habría sido muy aparatosa de no haber sido porque una veintena de personas los agarró al vuelo: Elyn y Missioh se encontraban por fin en el mismo lugar que reunía a todos los habitantes de la capital de Asgard.
El plan de Elyn para localizar a su gente se redujo a llamar la atención con una pelea fingida entre ella y Mix en mitad de la plaza de la capital, había sido cuestión de tiempo que el enemigo apareciese y, como era de esperar, los uniera al resto de prisioneros. Casi todo el mundo los conocía, desde su infancia no habían pasado desapercibidos para los habitantes de Asgard y para muchos, que hubieran tardado tanto en aparecer era una buena señal. Entre las voces de la gente y las furtivas miradas entre ellos, Elyn trató de localizar a alguien que pudiera servirles de ayuda para huir pero allí tan solo había civiles, familias que posiblemente aún no entendían qué estaba ocurriendo y no había rastro de los Guerreros Divinos o soldados bajo el mando de Hilda de Polaris. Aquellos que los habían atrapado eran gigantes, medían más de tres metros y su anchura era sumamente desproporcionada, parecían pequeños titanes con una desmesurada fuerza bruta.
Durante un segundo, los gigantes observaron por un instante el recibimiento de los chicos y después, se marcharon con una siniestra sonrisa en los labios:
- ¿Y ahora qué? – le dijo Mix tratando de hacerse oír entre la multitud.
- No lo sé, no esperaba encontrar a la gente de Asgard tan deprisa.
- ¿¡En serio!? ¿Te has dejado atrapar sin un plan? – Ella se mordió el labio inferior, pensativa – Piensa rápido, Elyn... no creo que tengamos mucho tiempo.
La chica era consciente del problema que tenían que afrontar pero ahora que los había encontrado, no quería poner a la gente de Asgard en peligro iniciando una batalla. El lugar en el que se hallaban no era muy grande, se trataba de una profunda cavidad con cuatro rejas, improvisando varias prisiones atiborradas de rehenes dando igual si había mujeres, niños o ancianos. Las condiciones no parecían muy buenas pero tampoco daba la impresión de que los hubieran maltratado allí dentro; la chica inspiró lentamente, sabiendo que las cosas se podrían torcer en cualquier momento pero trató de mantenerse serena y buscar una solución que los liberara a todos antes de la aparición de Kronos:
- ¡Elyn! ¡Elyn!
La muchacha se giró en busca de la persona que la llamaba con el corazón latiéndole a toda velocidad pero antes de ser consciente, alguien la rodeó y la sumió en un fuerte abrazo:
- ¿Mamá...? – susurró la chica al sentir el calor de Assi.
Durante unos segundos, la mente de Elyn se quedó en blanco. Mientras su madre se preocupaba también por abrazar a Mix y de controlar la emoción de sus ojos, la muchacha se percató que su pecho había reaccionado de manera diferente al abrazo que había recibido por parte de Camus, era cierto que había extrañado con todas sus fuerzas a su madre pero... la conexión que experimentó al ser tocada por el antiguo Caballero de Oro resultó ser mucho más intensa y especial. Apenada por las duras palabras que le había dedicado a Acuario se preguntó si lo que su corazón sentía sería por haber percibido su estrecha relación con el Caballero de Atenea.
Lo único que consiguió sacar a Elyn de su trance fue el estruendo que provocó un gigantesco portón cuando este se abrió por completo. La gente empezó a agolparse y entre empujones llenos de angustia, Elyn y Mix quedaron ocultos entre la multitud. Sin embargo, la chica no quería perder detalle de lo que estaba ocurriendo, de modo que se movió un poco entre los brazos de su madre, apartó a las personas que le tapaban la vista y encontró un hueco por el que observar lo que se avecinaba. Fue entonces cuando sus ojos violáceos se toparon con lo peor: un chico, que aparentaba tener unos doce años, entraba al lugar escoltado por cuatro guerreros que triplicaban su tamaño; vestía una larguísima túnica negra, con unas mangas que arrastraba por el suelo; su pelo era negro como el azabache, sus ojos rojos como la sangre más pura y su expresión, se hallaba perdida en el vacío. Elyn se quedó perpleja, incapaz de creer que aquel niño fuera...
- Tú – Gruñó uno de los escoltas gigantes – Vamos, sal fuera.
La criatura avanzó hasta la prisión en la que Elyn se encontraba, la chica se escondió tras un par de personas con el corazón encogido de terror, la idea de enfrentarse a un dios le oprimía el pecho pero la responsabilidad de salvar a la gente de Asgard jugaba siempre en su contra, Missioh y ella debían hacer algo y el tiempo se les empezaba a agotar. Una zona de la reja se abrió y alguien fue sacado a la fuerza, ninguno de los chicos alcanzó a ver quién era pero si escucharon los gimoteos de un hombre aterrado ante lo desconocido:
- Humano, nuestro Rey te da la opción de continuar con vida si te rindes a su dominio, ¿le aceptas como tu nuevo Dios?
El hombre negó por instinto, girando la cabeza y gritando como un desquiciado pero apenas había terminado de decir su última palabra cuando su cuerpo cayó al suelo. Nadie, salvo Elyn y Missioh, vio el ataque que arrancó la vida de aquel que osó negarse al poder de Kronos. Un reflejo rojizo, rápido y letal, atravesó el alma de su víctima, acabando con su vida en el acto. La puerta de la reja volvió a abrirse y una nueva persona salió fuera. Se le repitió la misma pregunta y en esa ocasión, la mujer que se colocó frente al Rey de los Titanes no sufrió ningún daño, uno de los gigantes le hizo una señal con la cabeza, indicándole que era libre. La mujer salió corriendo envuelta en lágrimas de felicidad y bendiciendo el nombre de Kronos: Así, una por una, más de un centenar de personas divididas en las cuatro prisiones fueron abandonando el lugar como nuevos servidores del dios, ninguno sabía si le tocaría luchar un futuro en nombre de la deidad pero en aquel momento, todo daba igual por tal de conservar la vida.
Elyn no daba crédito a lo que veía, todos los habitantes de Asgard siempre habían sido fieles a Odín, a Hilda o a Lyfia, todos habían rendido pleitesía a su Dios o al menos... Eso era lo que ella había creído. "Esto es una locura..." pensó, sintiendo como la furia crecía en su interior, comprendía que el miedo guiaba en muchas ocasiones las decisiones más importantes pero ¿cómo podía la gente dar la espalda a sus creencias tan deprisa? ¿Cómo podían traicionar a Asgard ante un invasor con aquella rapidez?
- ¿...U...rano...?
La voz de ultratumba de Kronos apenas fue un murmullo que le congeló el alma, la alteración de su cosmos había llamado la atención del dios que aunque no se había inmutado ante sus nuevos seguidores, había movido levemente la cabeza en busca de su nuevo objetivo. A pesar del pavor que sintió por ser el nuevo centro de atención, Elyn no quiso poner en peligro a la gente que la rodeaba de modo que se puso en pie y se hizo paso entre la multitud, su madre trató de detenerla pero Mix consiguió reducirla, él había pasado desapercibido ante Kronos por el momento y debía usar eso a sufavor, Hades era el indicado para darle muerte y cuando menos daño sufriera sin necesidad, mejor sería para todos, aunque eso supusiera poner en peligro la vida de su mejor amiga.
Cuando Elyn salió por la reja, el miedo amenazaba con detenerla pero sus ojos se habían clavado en Kronos y un torbellino de emociones la obligó a caminar al frente aún sin comprender qué veía en aquel chico que por un lado la aterraba y por otro, le creaba un extraño sentimiento de sobre protección. Algo en ella ansiaba proteger al dios de un peligro aún más poderoso pero ¿por qué? ¿Acaso había alguien más allá del Rey de los Titanes?Sus pasos se detuvieron a un metro del chico, se sentía diminuta a su lado, podía percibir un cosmos asfixiante, oscuro pero también triste, casi melancólico:
- Kronos – dijo ella, mirándolo desde arriba por la diferencia de altura que los separaba.
De repente, una fortísima presión se ciñó en torno al cuello de Elyn. Ni una sola gota de aire entraba en sus pulmones mientras una oscura energía le iba absorbiendo la energía por lo que sería cuestión de tiempo que su vida se agotara en manos del enemigo; no obstante, Elyn no quiso darle el gusto de verla temerosa de su poder por lo que tras pasar el primer shock inicial, se aferró al poco valor que le quedaba y clavó su mirada violeta en él, transmitiéndole un desafío.
"Soy el Destello Planetario de Plutón por lo que la fuerza de Hades está de mi parte... Puedo canalizar toda su energía a través de la armadura de la misma manera que los Caballeros de Atenea pueden hacerlo con su diosa" había dicho Mix.
"Tienes que confiar en tu poder. Cree en tu fuerza, Elyn." fueron las palabras de Hyoga.
Gracias a aquellos recuerdos, la muchacha se concentró un momento y olvidándose de Kronos, cerró los ojos, buscando un camino con el que poder hacer frente a su enemigo. Un poco de aire penetró en ella y aunque ella no lo vio, el Rey de los Titanes se preocupó por un instante. A la mente de la muchacha llegaron las aventuras que Hyoga le había contado, él se había enfrentado a los Caballeros de Oro que poseían un poder mucho mayor, consiguiendo la victoria a pesar de tenerlo todo en su contra; los Caballeros de Bronce enfrentaron a los mismos dioses por proteger a Atenea triunfando en el camino, venciendo al miedo e incertidumbre que le provocaban aquellas batallas gracias a la confianza plena en su diosa. Ella no iba a ser menos, quizá Atenea no estuviera dispuesta a ayudarla, posiblemente Odín la repudiara por haber querido formar parte del ejército de la diosa... pero todavía quedaba Urano por lo que concentró su energía en hallar la conexión que la unía con la deidad.
"Para alcanzar algo que nunca has tenido, tendrás que hacer algo que jamás hiciste"
El hielo comenzó a arremolinarse a su alrededor mientras recobraba la capacidad de respirar, la fuerza invisible que la oprimía fue desapareciendo poco a poco y ella supo que por fin le estaba haciendo frente a Kronos y aunque desconocía si algún dios estaba ayudándola... un rayo de confianza le atravesó el pecho: El frío se fue haciendo cada vez más intenso, hasta el extremo de congelar el suelo y parte de la túnica del Rey de los Titanes. Elyn abrió entonces los ojos, sintiendo como la nieve de Asgard fluía a través de su cuerpo para protegerla:
- ¿Tú otra vez? – Preguntó entonces Kronos desviando la mirada a su espalda.
El flujo de poder de Elyn se cortó en seco y sus fuerzas, se evaporaron de repente. La presión que Kronos ejercía en ella desapareció haciendo que la muchacha cayera al suelo de rodillas, su alrededor se sentía como si hubiera estado sumida en un trance, todo parecía dar vueltas y le costaba respirar pero eso nada de eso fue una excusa para reconocer a la persona que acababa de aparecer en el portón por el que los habitantes de Asgard habían escapado. Elyn descubrió que el hielo que ella había tomado por suyo provenía de su salvador pero, le costaba creer que fuera cierto, Afrodita había dicho que ellos renacían con un escaso poder ¿cómo podía él haber generado aquel frío? Y sobre todo... ¿por qué estaba allí?
- Camus...– susurró, temerosa al ver que el niño al que llamaban Rey, se giraba lentamente e inexpresivo hacia el antiguo Caballero de Acuario.