Elyn no asimilaba todavía lo que estaba presenciando: allí estaba Camus, sin ningún tipo de protección y con la misma expresión que Hyoga la había recibido en el Santuario dispuesto a enfrentarse al Rey de los Titanes. El hielo emergía de él, cierto era, pero la chica pronto se dio cuenta que no era más que una fina escarcha que se derretía rápidamente por lo que las posibilidades de vencer a Kronos jugaban totalmente en contra del antiguo Caballero y el hecho de haberlo enfrentado antes parecía haber creado en el dios un renovado interés. La muchacha intentaba levantarse cuando uno de los gigantes que custodiaba a Kronos la agarró por la cintura y la levantó del suelo. Instintivamente, Elyn movió las manos para guiar el hielo que Camus había generado cerca de ella y defenderse con él, apenas necesitó un par de golpes más para tumbarlo demostrando que a pesar de estar exhausta por el ataque enemigo era capaz de protegerse por sí misma. No obstante, en el escaso tiempo que ella había necesitado para deshacerse de su rival, Camus había recibido varios golpes y Kronos ni siquiera se había movido de su posición:
- ¡Elyn, las cerraduras! – le gritó Mix desde la prisión.
Ella era rápida acatando órdenes así que obedeció sin protestar lanzando contra la cerradura de las rejas un grupo de proyectiles helados que al estallar, liberaron a todos los habitantes de Asgard al unísono. La marabunta de gente sorprendió a los gigantes así que Missioh aprovechó para lanzar un ataque venenoso a cada uno de los guardianes de Kronos, acabando con ellos en el acto y sin que nadie lo percibiera. Fue entonces cuando aprovechando la confusión general, los dos muchachos guiaron a la gran masa de gente en dirección a la salida dejando atrás al propio Kronos, quién no osó moverse ni molestado en masacrar a los humanos que pasaron despavoridos por su lado, él ya tenía un objetivo y no iba a quitarle la vista de encima:
- Iré en busca de Hyoga y Shun, no podemos manejar esto solos – dijo Mix echando a correr una vez salieron al exterior.
- ¿Qué quieres decir...? ¿Ellos no están aquí? – le preguntó Elyn cogiéndolo de la muñeca y deteniendo su huída.
- ¡Claro que no, Elyn!
Los ojos de la muchacha se movieron con rapidez entre toda la gente que huía despavorida para internarse de nuevo en sus casas de Asgard. El lugar en el que se encontraban no estaba muy lejos del centro de la capial pero no había rastro de Camus por ninguna parte por lo que Elyn se percató de que el Caballero de Atenea todavía permanecía en el interior de la sala donde Kronos se había quedado:
- No puede ser... ¿entonces mi padre ha...?
Aterrada, la chica comprendió que el antiguo Caballero de Acuario acudió tras ellos sin ningún tipo de ayuda. Un pánico envolvió su alma mientras las palabras de Afrodita se reproducían de nuevo en su memoria: los antiguos Caballeros no albergaban ni una décima parte de su poder y si Camus se enfrentaba a Kronos en el estado en el que se encontraba terminaría muriendo... otra vez, y algo le decía que en aquella ocasión, nadie pondría de su parte para traerlo de nuevo a la vida. Sin decir nada más, soltó a Missioh y dio media vuelta, aún le atormentaba haberse negado a ser la hija de aquel Camus pero en el fondo de su corazón, se estremecía de puro terror ante la idea de perderlo:
- Por favor, que no sea demasiado tarde...
***
Camus chocó violentamente contra una de las rejas que poco antes había retenido a los habitantes de Asgard. Al caer al suelo, la sangre ya brotaba de su cabeza y apenas podía moverse pero sus ojos aún tenían la fuerza para posarse en Kronos con la misma determinación que cuando llegó al lugar. Se sentía satisfecho, mientras el dios estuviera pendiente de él no iría tras la gente que había escapado ni tampoco en pos de Elyn y Missioh; un ligero atisbo de felicidad cruzó su rostro a toda velocidad al ver que Kronos caminaba lentamente hacia él, al fin decidía moverse para acabar con su vida. Le tocaba volver a morir pero al menos lo haría sintiendo que había ayudado a su hija a escapar del peligro y ganado tiempo para que pudiera enfrentarlo usando toda su fuerza... Lo que Camus no esperaba fue ver cómo una mujer se anteponía entre su cuerpo casi destrozado y el dios enemigo. Al mirarla, la reconoció al instante y el corazón le dio un vuelco, se trababa de la misma que lo acogió en su casa cuando llegó a Asgard por primera vez, la madre de su hija. Por su parte, Kronos no necesitó más que ladear la cabeza para alzar el cuerpo de la mujer unos centímetros del suelo, ella soltó una exclamación, sorprendida, justo antes de ser lanzada brutalmente contra un lateral de la sala.
Elyn atrapó a su madre al vuelo un segundo antes de que esta impactara contra una pared. Por suerte ambas cayeron al suelo ilesas:
- ...Urano, has vuelto... – volvió a susurrar Kronos, olvidándose de Camus.
La chica lo miró aún con su madre entre los brazos pero no dijo nada. Cuando Kronos dio un paso en dirección a ellas, su túnica se cubrió de una finísima escarcha y Elyn descubrió al antiguo Caballero de Acuario, manejando con esfuerzo el frío del ambiente para detener a su enemigo:
- Tu rival... soy yo...
En respuesta, el dios lo lanzó una vez más contra la reja, provocando un sonoro crack que dejó a Camus sin respiración. Un segundo después, repitió la acción cambiando la dirección de los impactos, el antiguo Caballero de Atenea parecía un muñeco de trapo y cada golpe que recibía era peor que el anterior, acercándolo cada vez más a una muerte segura:
- ¡Eh, tú! – Gritó la muchacha finalmente – ¡¿Por qué no te metes con alguien de tu tamaño?!
Kronos se detuvo, permitiendo que el cuerpo de Camus descansara en el suelo. Con cierta parsimonia giró sobre sí mismo hasta fijarse de nuevo en Elyn. Acuario también la observó, tumbado en el suelo sobre un montón de escombros y al borde de la muerte, casi sin poder mantener los ojos abiertos. La chica había soltado a su madre y estaba en pie, preparada para enfrentar la batalla que se le venía encima:
- ¿Y debería meterme contigo, niña? – cuestionó el Rey de los Titanes.
- Yo soy la hija de Camus de Acuario – respondió ella con el orgullo que solía mostrar cada vez que hablaba de su padre, consiguiendo que el dios cambiara por completo su atención – Siempre creí que fue uno de los salvadores de Asgard, uno de los mejores y más puros guerreros de Atenea por haberle hecho frente a los mismísimos dioses saliendo vencedor en sus batallas...
Elyn comenzó a caminar hacia Kronos, seria, decidida, sin un solo atisbo de miedo en su mirar púrpura:
- Pero en realidad nada de eso es cierto: trató de dar muerte a su propio alumno, traicionó a Atenea e incluso se alió con Andreas... Hace unas horas ni siquiera le tembló el pulso para golpearme la cara.
De repente, toda la fuerza de Asgard se fue arremolinando en torno a ella. Kronos alzó una ceja mientras la escuchaba hablar, intrigado, ahora sí podía sentir el auténtico poder de la chica que le plantaba cara. Elyn también lo notaba, aquella determinación que Hyoga le había mencionado brotaba sin cesar desde su interior; el cosmos que debía incendiar para ser una auténtica guerrera con la fuerza para salvar el mundo. El Rey de los Titanes alzó un solo dedo y generó una diminuta bola de energía oscura para después, lanzarla contra Elyn. La muchacha estiró su mano derecha y una tormenta de nieve se formó frente a ella generando un impenetrable muro de hielo. Tras el impacto de la esfera de energía, ni un solo arañazo quedó reflejado en dicha defensa. Kronos parpadeó con lentitud quizá un tanto perplejo por la resistencia del cristal:
- Pero al fin y al cabo, es mi padre. – Zanjó Elyn – ¡Y tú no vas a volver a tocarlo!
La chica cerró el puño y golpeó desde dentro su propio muro de hielo, haciéndolo añicos.
¡¡EXPLOSIÓN DE DIAMANTES!!
Todos y cada uno de los trocitos en los que se dividió la barrera se lanzaron como afilados proyectiles contra Kronos, el dios no necesitó más que un leve movimiento para evitarlos todos y se movió, más rápido que la velocidad de la luz, hasta colocarse frente a la chica con la intención de observarla de cerca. Ella lo percibió por muy poco y se apartó justo antes de tener contacto visual con él, su cadera giró velozmente, haciendo que la muchacha se posicionara justo detrás de la deidad; no obstante, en lugar de lanzar un solo ataque, generó varios círculos de hielo a su alrededor mientras levantaba su dedo índice hacia arriba:
¡¡GRAN KOLITSO!!
Camus quedó sin palabras ante el ataque de la muchacha: varios anillos de cristal se formaron en torno a su enemigo, paralizándolo por completo y dándole tan solo la posibilidad de girar un poco la cabeza. El antiguo Caballero de Oro conocía de sobra el ataque "Kolitso" pero lo que Elyn acababa de hacer era un nivel superior que tan solo los guerreros de las anteriores Guerras Santas habían podido controlar:
- La hija de Acuario ¿eh? – dijo Kronos, intrigado.
Hubo un silencio, tan solo interrumpido por el movimiento de Camus para incorporarse. El dios observó al antiguo Caballero de Acuario y después a la muchacha que lo enfrentaba. Elyn descubrió un ligerío cambio en los irises rojizos de Kronos, un fugaz brillo de desesperación pero entonces, su rival dibujó una diabólica sonrisa y se movió sin esfuerzo alguno, destruyendo los anillos de hielo que por unos momentos lo paralizaron. Materializó entre sus manos una guadaña gigantesca, la chica que tenía enfrente no sabía lo que era pero su energía interior se revolucionó, aquel arma no se parecía en nada a lo que había visto antes:
- Que conmovedor... – susurró Kronos mirando a Camus.
Y acto seguido, se lanzó contra él para segar su alma.
Elyn nunca supo si actuó por instinto o porque se había anticipado a los movimientos de su rival pero en el mismo instante en que el dios se movió, ella también lo hizo. Una luz cegadora inundó el lugar y la guadaña de Kronos chocó contra algo tan sólido como un témpano de hielo provocando una onda expansiva tan fuerte que se vio obligado a dar un paso atrás para estabilizarse. Cuando la luz desapareció, aquella muchacha que apestaba a Urano se alzaba frente a él de nuevo con una armadura que parecía estar esculpida por el propio frío, reluciente y tornasolada con cristales violetas incrustados en la tiara, los brazos y el pecho; la nieve parecía adorarla, brillando a su alrededor mientras que en ambas manos, ella sostenía una lanza de cristal que casi duplicaba su tamaño:
- ¿E-Elyn...? – murmuró Camus.
El antiguo Caballero de Acuario descubrió cantidad de detalles reluciendo en la armadura de la chica que se asimilaban a la que él había portado en el pasado, un golpe de nostalgia azotó su alma pero sobre todo, un profundo orgullo llenó su corazón al contemplar a su hija ataviada con la Gleam que canalizaba el poder del dios Urano; no se trataba del mismo sentimiento que había sentido por Hyoga o sus compañeros de armas tiempo atrás, era algo diferente, algo que experimentaba por primera vez en su vida: Un endiosamiento que solo podía sentir por alguien que compartía su sangre:
- La servidumbre de Atenea empieza a molestarme. – Opinó Kronos.
- Te equivocas, yo no soy un Caballero de Atenea.
Elyn giró la muñeca, balanceó su lanza de cristal y la clavó en el suelo, desplegando un inmenso poder helado que provocó el movimiento descontrolado del collar de cuentas negras que flotaba a su alrededor:
- Es hora de que pagues por todo el daño que has causado.
Acto seguido, la chica se lanzó contra él con una fuerza abismal impulsada por su propia energía, un grito de guerra liberó toda la adrenalina de su cuerpo consiguiendo que Elyn se moviera muchísimo más deprisa que cualquier mortal. El choque entre ambas armas los hizo retroceder a ambos pero Kronos contraatacó sin pensar, la muchacha giró la lanza y detuvo el golpe haciendo que ambos se miraran a los ojos por un instante. Aquel brillo en los ojos del Rey de los Titanes volvió a aparecer pero ella lo ignoró nuevo asestándole una patada con tanta potencia que éste fue lanzado contra una de las rejas que había servido de prisión para la gente de Asgard. Kronos estaba furioso por haber sido tocado y su mirada flameó en la oscuridad:
- Maldita humana... ¿Cómo tienes la fuerza y la osadía de golpear a un dios?... ¿quién eres?
- No eres el único que cuenta con la fuerza de una deidad – respondió ella, jadeando, intentando controlar el flujo de energía que la armadura le proporcionaba – Al igual que los Caballeros de Atenea pueden tomar la energía de su diosa... yo también cuento con la protección de alguien más, alguien que solo me tiene a mí para canalizar hasta La Tierra todo su poder.
- No es posible...
- Yo soy Elyn, Planetary Gleam de Urano ¡la única guerrera del dios que rige la constelación de Acuario!
Los cristales de la armadura de Elyn brillaron en resonancia con las cuentas del collar a su alrededor. Kronos pudo sentir claramente que aquellas palabras eran una verdad absoluta pues el Icor* de Urano podía percibirse con claridad en la armadura de la muchacha. Elyn volvió a abalanzarse contra su rival mucho más confiada que anes, la fuerza de Urano fluía a través de su Gleam y cualquier movimiento, por simple que pareciera, se potenciaba a una escala sin precedentes. La chica fue capaz de igualar los ataques de su adversario aunque al principio, creyó que se debía al poder del cosmos de la deidad que la supervisaba desde los cielos pero pronto descubrió que Asgard también la ayudaba a mantenerse bajo control; resultaba demoledor poder moverse más deprisa que la velocidad de la luz pero eso, consumía rápidamente sus fuerzas y al cabo de unos minutos de letal combate, Elyn empezó a fallar en sus golpes. Por su parte, Kronos era un dios así que no sufría aquel tipo de desgaste por lo que lo aprovechó para tomar ventaja y aumentar la fuerza de su poder:
- Planetry Gleam o Caballero de Atenea, da igual lo que seas, al fin y al cabo no eres más que una humana – le dijo él, con una sonrisa siniestra mientras su guadaña repelía la lanza de hielo – y los humanos ¡no podéis ganarle a los dioses!
Elyn acabó chocando contra un muro de piedra, su cuerpo lo atravesó por completo debido a la potencia del ataque y se perdió de la vista del dios por un instante, de no haber portado la armadura habría muerto en el acto pues el despliegue de poder de Kronos superó incluso los límites de la cordura. Dolorida, Elyn se preguntó cómo había sido posible que Camus soportara tal cantidad de golpes por parte del Rey de los Titanes y seguir vivo. Cuando se puso en pie, un brillo alertó sus sentidos y por pura inercia, saltó hacia un lado. Sin embargo, dicho esquive no fue suficiente y un corte limpio rasgó su costado derecho, un alarido emergió de su garganta mientras se llevaba la mano al corte, la sangre salía de su cuerpo a borbotones y no solo eso, su cosmos también se escapaba por la herida de la guadaña; Elyn clavó una rodilla en el suelo y observó como Kronos la analizaba mirándola por encima del hombro:
- Desaparece pues, Guerrera de Urano.
El Rey alzó la guadaña y repitió el movimiento dispuesto a llevarse la vida de la chica. Sin embargo, en cuestión de milésimas de segundo, el cuerpo de Camus se interpuso entre el arma de Kronos y el cuerpo de Elyn. El antiguo Caballero de Acuario había llegado en el momento justo, ofreciendo su vida por la de la muchacha. Cuando ella lo vio frente a él, dándole la espalda al dios preparado para sacrificarse, ella se impulsó hacia delante mientras el pánico la invadía.
"No, por favor... No lo hagas" suplicó mentalmente conforme alzaba su mano, cubierta de sangre, para tratar de alejar a Camus del camino del arma de Kronos.
Si él recibía el golpe moriría definitivamente y lo iba a hacer protegiéndola a ella. Elyn supo que no era justo pues ella todavía podía soportar un ataque de Kronos pero Camus no, carecía de armadura o de cosmos con el que protegerse y ella no necesitaba ser salvada en aquel momento. De repente el tiempo pareció ir demasiado despacio, Elyn solo quería alejar a Camus del peligro pero aquella posibilidad cada vez se hacía más imposible de ejecutar. Consiguió llegar a él y abrazarlo, aferrándose al cuerpo del antiguo Caballero de Atenea, su rostro chocó en el pecho de él mientras su mente y su alma le suplicaban a Urano por la vida de su padre, no podía permitir que Kronos se lo arrebatara...
*Icor: la sangre que fluye por los dioses de la Era Mitológica, esta información es tomada de los spin off "Saint Seiya Episode G y The Lost Canvas"