Epílogo


La reunión con Hilda, Lyfia y los Guerreros Divinos duró poco pero las cosas estaban más que claras: Marte*, un posible Planetary Gleam corrompido amenazaba la estabilidad de la Tierra y el reino de Atenea. Asgard, por el momento, mantendría su defensa aumentando la seguridad de los suyos y hasta que la diosa no diera la orden, no se lanzarían a la batalla. Elyn, por su parte, daría aviso al Santuario pero tenía otra misión importante de la que ocuparse antes de volver de modo que solo podía dejar en manos de los Caballeros la responsabilidad de acabar con el nuevo enemigo. La situación se volvía de nuevo extrema pero por suerte, contarían con la colaboración de los antiguos Caballeros de Oro.

Cuando los tres caminantes se acercaban a la salida de la capital, dispuestos a emprender sus respectivos caminos, distinguieron a lo lejos a otras tres personas que no tardaron en reconocer: Bafi, Helena y Aarik, el padre de los hermanos:

- Queremos ir con vosotros – dijo Helena, dejando atónitos a los presentes

- Se que la situación no es la mejor – aportó el padre de los niños – pero tú ya salvaste a mi hermana una vez, y veo que mi hija… cuenta con un poder similar al tuyo.

Todos miraron a Deathmask, claramente sonrojado por las declaraciones:

- Pero aquí estarán más seguros. – dijo Elyn, temerosa de toparse con una situación que pusiera en peligro a Bafi o Helena.

- No queremos estar seguros, queremos ayudar a la gente… Y-Yo… siempre he sabido que mi energía era distinta y él me enseñó cómo proteger a mi hermano y también salvó a mi papá cuando era pequeño… Quiero ser como él.

- Oh, no, no quieres ser como él – susurró Afrodita.

Elyn dejó escapar una pequeña carcajada al respecto imaginándose cómo sería Helena si Deathmask la incluía en su estilo de vida:

- Yo también sé hacer cosas – intervino Bafi mientras hacía aparecer una rosa de la nada y la lanzaba contra la nieve haciendo que la flor absorbiera el tono blanco del ambiente hasta que se deshojó por sí sola.

El Caballero de Piscis miró a Elyn pues la emoción estaba a punto de desbordarla. Sin quererlo, se habían encontrado en Asgard a un chico cuyo nombre ya predecía su futuro y además contaba con las habilidades dignas de Piscis, su hermana cerraba la racha de buena suerte pues también poseía capacidades más que evidentes para ser la futura Caballero de Cáncer y lo mejor, era que ambos deseaban unirse a la lucha que ellos le habían enseñado sin darse cuenta. Elyn dudaba aún así, era cierto que no se encontraban en una situación como para ir rechazando la ayuda de quienes podrían convertirse en los nuevos Caballeros de Atenea pero un nuevo enemigo amenazaba la estabilidad del Santuario y dos niños tan pequeños correrían más peligro en Grecia que en cualquier otro lugar del mundo:

- Tienen potencial, Elyn – dijo Afrodita. – Cuidaremos bien de ellos.

Él parecía ser el único que veía las cosas con claridad, habían encontrado a posibles sucesores de Piscis y Cáncer, dos hermanos que profesaban la misma extraña unión que todos los Caballeros anteriores y estaba seguro de que Atenea los recibiría con los brazos abiertos a pesar de provenir de Asgard. La rosa y el Meikai volvían a conectar en una nueva generación:

- Solo con una condición – suspiró la hija de Camus agachándose para ponerse a la misma altura del chico que esperaba su aprobación – Dejarás de odiar el nombre de "Albafica".

- ¿Y eso por qué? – se quejó él.

Pero ella no contestó, solo le sonrió e hizo una carantoña que acabó con un toquecito en la nariz. Bafi le devolvió la sonrisa, derritiendo el corazón de Elyn. Había que ver las cosas desde una nueva perspectiva y la idea de ver cómo la rosa y el meikai entrenaban de nuevo juntos bajo el sol era cuanto menos, irresistible.