El colegio estaba a punto de
empezar porque la Fundación Graad había decidido adaptarse a las nuevas tecnologías y a otras formas de convertir a sus futuros Caballeros en gente de bien y en lugar de estar preparando su mochila para ello, Sira
correteaba por el amplio jardín de una mansión en una pequeña ciudad rica de Finlandia.
Ella no sabía qué hacía allí, tan solo la habían montado en un avión junto a Shura y Elyn y la
habían plantado en la otra punta de Europa con la única premisa de “sé tú
misma pero no hables vía cosmos".
Y eso había hecho.
Por eso, la única hija de la
familia que habitaba la mansión se había encariñado extremadamente de ella a
pesar de no haber intercambiado más que dos o tres palabras. Vitani,
que así se llamaba la hija de la familia, la seguía a todas partes y se divertía como nunca
antes a pesar de no entenderse con las palabras pero gracias a la destreza desarrollada en el
Santuario, Sira sabía hacerse entender a base de gestos y mucha mímica. Elyn no podía
estar más satisfecha con ella y Shura… simplemente se enorgullecía de que
aquella niña hiperactiva fuera a heredar su armadura de oro.
***
Sin embargo, Sira empezó a
hacer demasiadas preguntas tras una semana viviendo con Vitani. Echaba de menos su vida
en el Santuario y quería volver cuanto antes para empezar el curso escolar y jugar con Bafi, sacando de quicio a Shura ya que era el único que la
entendía cuando se cansaba de hablar en griego. Por fortuna, Vitani no entendía
ni una sola palabra por lo que la chica siempre achacaba aquella desesperación en público a la corta edad de Sira.
El problema real llegó la noche en que
Vitani se interesó por el malestar de la niña. Sira no se percató de la
gravedad de confesar entre que venían de
Grecia y otras tantas cosas que Vitani no alcanzó a comprender por más que la
niña se expresaba… Hasta que de repente, la voz de Sira sonó en su mente en un perfecto Finlandés:
“¡Estoy
harta! ¡Quiero volver al Santuario y Shura no quiere hacerlo!”
- Oletko puhunut suomea...? (¿Has hablado Finlandés?)
La niña de siete años miró a
Vitani, ella no entendía lo que había dicho pero sí sabía que
ciertas expresiones faciales parecían ser universales en cualquier idioma:
"Cosmos. Los Caballeros de Atenea podemos usar el cosmos para hablar en cualquier idioma."
Asustada, Vitani se fue apartando de Sira, mirándola como si fuera un monstruo. Fue entonces cuando la española comprendió hasta dónde habían calado sus palabras: Vitani no era capaz de responderle via cosmos ni sabía como hacerlo por lo que si echaba a correr y avisaba a sus padres la misión por la que Shura y Elyn habría fracaso estrepitosamente.
Eso
solo podía indicar una cosa: “Esto no es
un juego, cuando se trata de las misiones… puede peligrar la vida” había
dicho Aioros.
- S-Stop.... Vitani.... – le pidió en inglés. Era la única cosa que sabía decir gracias a las señales de tráfico en España que obligaban a los coches a pararse.
Pero sus palabras no surgieron efecto y la chica echó a correr, histérica, en busca del abrazo de sus padres.
Sira fue tras ella, no tardó en verla al final del larguísimo pasillo de la mansión por lo que aumentó la velocidad de sus pasos y llegó a la esquina en cuestión de un parpadeo; sin embargo, su cuerpo chocó con violencia contra el de Vitani y ambas cayeron al suelo. Al alzar la mirada, Sira observó como varios sirvientes que días antes se habían mostrado amables y cariñosos con ella, las miraban un tanto asombrados. Había cuatro, uno de ellos sosteniá un afilado cuchillo ensangrentado mientras que el resto, cargaba con el cuerpo sin vida del padre de su amiga.
Como aprendiz sobre saliente
en el Santuario, Sira no perdió un solo segundo. Su cuerpo se movió velozmente hacia el hombre
armado, realizó un par de movimientos simples y efectivos contra él y lo dejó tirado en el suelo ante la incrédula mirada de sus compañeros que apenas habían podido hacer nada al cargar con el cadáver del dueño de la casa. Justo después de eso, Sira
agarró a Vitani por la muñeca y tiró de ella alejándose en dirección a una
salida.
"¡SHURA, DESPIERTA, SHURA!" gritó en su mente pero su Maestro debía de estar bastante ocupado como para no establecer contacto con ella de modo que siguió corriendo, tirando de una traumatizada Vitani que apenas podía seguirle los pasos.
El verse a
oscuras y en una casa desconocida para ella a pesar del tiempo que llevaba
viviendo allí, fue algo que obligó a la española a tomar una medida desesperada: se detuvo en seco en mitad de un pasillo, miró la pared con furia
y concentró su cosmos en el puño que le quedaba libre. Golpeó el muro liberando
toda la energía en el momento exacto consiguiendo que la pared se
resquebrajara y dejase a la vista el exterior. Sin preocuparse lo más mínimo del estruendo que provocó o el asombro que su poder había generado en
Vitani, Sira continuó su carrera para perderse en el bosque que crecía a las
espaldas de la mansión. Allí, bajo la libertad, le resultaría mucho más fácil
esconderse y huir de los sirvientes que habían decidido atacar a la familia de su amiga.
***
Pero la servidumbre llevaba
mucho tiempo con aquel plan en la cabeza y el destino quiso guiar a las dos niñas
directamente a la boca del lobo. Allí en el bosque, había una pareja esperando
entre los arbustos, dos jardineros expertos que sabían remover la tierra para
hacer sus pasos silenciosos y ocultarse de las miradas de los animales
salvajes. Sorprender a niñas de siete y doce años fue mucho menos costoso
de lo que parecía.
Advertidos por sus
compañeros, los encargados del bosque se las ingeniaron para crear la trampa
perfecta que las dividiera: algo era distinto en la pequeña de siete años, habían dicho por el walkie-talkie, por
lo que tras hacer las deducciones pertinentes, apañaron una rápida trampa en cuestión de minutos.
***
Sira no dejó de correr en
ningún momento, dando más vueltas de las necesarias para desviarse del camino que quizá su captores siguieran para darles caza. La huida resultaba
mucho más cansada por tirar constantemente de Vitani pero algo en su mente se
había activado y le decía que debía poner a salvo a su amiga cuanto antes…
Hasta que su pie activó algo en el suelo.
Una red comenzó a elevarse y
el cuerpo de la niña pareció moverse por puro instinto, Sira soltó a Vitani y
la empujó, quedando ella atrapada en una red que la levantó unos pocos metros
del suelo:
- ¡CORRE, VITANI,CORRE!
Vitani no entendió una
palabra pero supo que debía continuar el camino sin la compañía de la pequeña.
Por desgracia, apenas había avanzado un par de pasos cuando uno de los jardineros
apareció ante ella cortándole el paso. Sira se aferró a la red y trató de
romperla usando su cosmos pero aquello no era tan fácil como abrir un hueco en
una pared. Aquel hombre hablaba con Vitani pero ella no estaba comprendiendo
nada, se comunicaban en finlandés y fuera lo que fuera, su nueva amiga no
estaba dispuesta a aceptarlo.
Debía hacer algo, y debía hacerlo rápido. Sira pensó en Saori ¿Qué hubiera sucedido si su amiga hubiera sido su diosa? Ella como futura Caballero de Capricornio debía protegerla de cualquier peligro.
Comenzó a gritar, esperando llamar la atención
del hombre que amenazaba con acercarse a Vitani pero ninguno de sus gritos
sirvió de nada; al estar atrapada, la niña no era una amenaza así que el
encargado agarró a Vitani del pelo y comenzó a tirar de ella para llevarla de
vuelta a la mansión:
- ¡EH, TÚ, GILIPOLLAS, SUÉLTALA!
Sus insultos no surgieron efecto, Vitani se alejaba sin remedio, pronunciando su nombre para que la ayudase.
¿Y si hubiera sido Saori? Algo malo iba a sucederle a Vitani y podría
haber sido Atenea… Y todo había sucedido por su culpa.
“She-Ra corrió a salvar a su diosa empleando todos los movimientos que había aprendido pero las patadas que abrían la tierra y que sus puños desgarraran el cielo no fue suficiente, no… ella necesitaba mucho más para salvar a la persona que le había salvado la vida al acogerla en el Santuario… ¡Debía luchar, encender el cosmos de su interior!” Resonó en su mente.
El cuento de Shura. La historia de la guerrera She-Ra que
consiguió salvar a Atenea.
Sira se concentró en aquella
imagen que su mente había creado tiempo atrás, ella se había creído la
encarnación de dicha guerrera, la siguiente salvadora de la diosa. Recordó a
Shura, el cómo lo había visto pelear en los combates del Santuario usando su
propia mano como espada. La espada de She-Ra.
La voz del Caballero de Capricornio volvió a escucharse en su corazón, acabando la escena que ella había visto reflejada en Shura varias veces.
“Así que estiró la mano hacia arriba, sintiendo como esta podía
sentirse igual que una espada! Y entones gritó con toda la fuerza de sus
pulmones”
- ¡POR EL HONOR DE ATENEA! … – Sira alargó al máximo los dedos de su mano, los llevó por encima de su cabeza concentrando allí todo el cosmos que fue capaz y la movió sesgando el aire añadiendo un nuevo grito.
¡EXCALIBUR!
Las cuerdas se rompieron
limpiamente y un haz de luz atravesó por la mitad al hombre que arrastraba a
Vitani, deteniendo sus pasos en seco.
Sira cayó al suelo, un agotada
por tal liberación de cosmos pero la adrenalina aún recorría sus venas. Se puso
en pie a toda velocidad, volvió a tomar la mano de Vitani y salió corriendo
para perderse en el bosque sin percatarse del verdadero daño que su ataque
había provocado en el encargado de atraparlas.
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