Por fin, el grupo al completo apareció en la zona del pub donde Aioros y Aphrodite parloteaban
a la espera de su llegada. Los ojos azules de Piscis buscaron rápidamente los
de Deathmask pues su corazón no había dejado de latir a toda velocidad desde la
conversación con Sagitario. El líder de Cáncer se había cambiado de camiseta y
se dedicaba a saludar a toda la gente que se acercaba para felicitarlo por el espectáculo mientras Piscis aguardaba con paciencia a que se
pusiera a su altura:
- ¿Quieres un trago? – dijo el chico de cabello celeste ofreciéndole su propio vaso.
No obstante, antes de que
Deathmask lo agarrase de buena gana, Aphrodite dio un último sorbo sin desviar la mirada de
Cáncer, observándolo de arriba a abajo con
cierto aire seductor y hallando en Deathmask, algo que se le hacía cada vez más atractivo, algo que le recordó a la noche en
que se acostaron por primera vez contando con la diferencia de no sentirse afectado por el alcohol como aquel treinta y uno de diciembre:
- ¡Oye, Mani! – Exclamó
Cáncer dirigiéndose al camarero después de soltar el vaso sobre la barra – ¿Dónde está mi música?
El hombre le sonrió desde la
lejanía y se marchó para, acto seguido, hacer un cambio en la melodía que
envolvía en aquel momento el local. Muchos de los presentes aplaudieron el
nuevo ritmo latino que sonó por los altavoces que los incentivó a aglomerarse en el centro de la pista de baile.
Deathmask gritó de
emoción moviendo las caderas hasta chocar con Elyn, la chica estaba ocupada con su bebida y sumida en una animada conversación con Shura y Aioros pero no tardó en seguir el compás de su compañero de banda con una absoluta confianza.
Aphrodite no perdía detalle de los movimientos de Deathmask, aparte de tocar la
batería y canturrear de muerte, parecía que Cáncer también sabía bailar.
"Menudo partidazo..." pensó muriéndose de envidia.
Y tal pudo ser su cara que Deathmask, tras cruzarse con su mirada, se movió hacia él con el mismo contoneo que había hecho para acercarse a Elyn:
- ¿Bailas conmigo, Dite?
El líder de Piscis no tuvo tiempo de
contestar ya que el italiano tomó su mano y tiró de él para llevárselo sin saber su respuesta definitiva pero Aphrodite tampoco quiso negarse a tal interesante proposición, por lo que se dejó guiar con una sonrisa en los labios. La canción que empezaba a sonar no tenía
nada que ver con el estilo que habían marcado Deathmask y los demás sobre el escenario pero el conocidísimo ritmo latinoamericano traspasaba
fronteras y precisamente, a él no le disgustaba el hecho de perderse entre tales danzas tan pegadas, y mucho menos, si eso implicaba
tener una excusa para acercarse a Cáncer.
Una vez en el centro de la pista,
los movimientos de Deathmask lo hechizaron suavemente. El italiano no se cortó en absoluto a la
hora de agarrarlo por la cintura, incitándolo a seguirle los pasos a paso lento, sin duda lo estaba provocando y de una forma a la que
Aphrodite no se pudo resistir. Bailar a su lado se le antojó
irresistible por lo que le devolvió con gusto cada roce de caderas que se entregaron bajo las intermitentes luces del lugar siguiendo el marcado compás de las canciones. El aroma del batería lo fascinaba mientras sus manos lo invitaban a fundirse con él en todo momento; ambos se buscaron en más de una ocasión hasta que finalmente, se permitieron el lujo de encontrarse compartiendo besos y sugerentes caricias
sin que nadie les prestara atención, siendo tan solo eran una pareja más, un par de
alocados que se dejaban engatusar por las notas en el aire y se abandonaban a
sus más profundos instintos sin ser juzgados por miradas ajenas.
***
Al entrar en el apartamento horas después,
los dos soltaron una sonora carcajada al unísono.
“¡¡Shhh!!”
se señalaron a la vez.
Hacía rato que venían cotilleando sobre los líderes de
Acuario y Escorpio quienes habían sido también el objetivo de su recochineo durante el rato
que estuvieron en el pub pues, por culpa de un inocente comentario de Aioros,
Deathmask y Aphrodite empezaron a pedir muestras de amor que Camus se negaba
a entregarle a Milo por sentirse preso de la vergüenza. Los dos aliados no dejaban
de exigir bailes entre ellos, besos o comentarios subidos de tono pero
la pareja recién formada bajo los focos del escenario no hacía más que poner
excusas y molestarse al respecto:
- ¡Dite, Dite! – Susurró
Deathmask cuando Piscis se internó en el salón de su apartamento tras volver del pub– ¿Quién soy?
Cáncer imitó la seriedad de
Camus, estirándose más de la cuenta y frunciendo el ceño. El chico de cabello
celeste aguantó una risotada y acabó sentándose en el sofá para no caer al
suelo por culpa de la risa. En realidad, ninguno estaba borracho pero habían
alargado tanto la broma que daba aquella impresión:
- ¡Basta, Deathmask…! No tiene
graciajajajaja…
- ¡No mientas! ¡Si no dejas de reirte!
- ¡Por esjajajajajaj! ¡Déjalo
ya, por favor, o me dará un infarto aquí mismo!
De repente, la luz de la habitación se apagó, algo que hizo que tanto Deathmask como Aphrodite se echaran a reír sin importarle en absoluto quien los escuchara. Cáncer acudió a oscuras a la cocina y descubrió que debía ser un apagón general, del edifico o de la academia en su totalidad de modo que tanteó el lugar con las manos para sentarse al lado de Piscis, al fin y al cabo daba igual donde se encontrasen, pues la oscuridad los abordaría en cualquier habitación:
- Gracias por animarme a salir esta noche. Me lo he pasado muy bien.
Cáncer no dijo nada, solo se dignó a soltar una suave risa que sirvió para ocultar lo que su corazón sentía en aquel momento. Pasaron los minutos en silencio, calmando la respiración tras tanto rato sin parar de reír y sin que la luz regresara. Quizá por ello, los sentidos de Aphrodite se agudizaron un poco haciendo que prestaran más atención a todo lo que le rodeaba: el tictac del reloj a pilas, el viento del exterior, la respiración irregular de su acompañante...
- Deathmask... ¿Estás llorando? – se atrevió a susurrar al cabo de un rato, tras asegurarse que el chico no había calmado su estado.
- Lo siento... – Respondió Cáncer con la voz rota – No pude protegerla...
- ¿El qué?
- Tu sonrisa, Dite.
- No digas eso – Aclaró el chico apoyando su cabeza en el hombro de Deathmask – Gracias a ti no he dejado de sonreír en toda la noche, ha sido como volver a las vacaciones... ¿Recuerdas que hasta me dolían los mofletes?
- Cómo olvidarlo... Esa risa tuya siempre es música para mis oídos. – sorbió Deathmask pero rememorar aquello solo hizo que el dolor de su pecho aumentara – Hay algo sumamente egoísta que quiero pedirte, Dite... Quizá sea lo más egoísta que le haya pedido a alguien en toda mi vida... pero tengo decírtelo antes de que me arrepienta.
- ¿De que se trata?
Deathmask vaciló pero al cabo de unos segundos, sus impulsos tomaron control de su boca y habló sin tapujos:
- Por favor, no te vayas... Se que pedirte que te quedes en un lugar que se ha esforzado por destrozarte la vida es lo peor que puedo hacer pero... No te vayas, por favor... quédate conmigo.
- Lo... Lo siento, Deathmask... pero ya hablé con mis padres al respecto. – Aphrodite clavó la mirada en la pared que tenía enfrente, sus ojos empezaban a acostumbrarse a la oscuridad y ya distinguía con claridad ciertas formas en la sala, entre ellas, el pecho de Cáncer elevarse al compás de su pena y si continuaba viendo aquel movimiento, su voz también se quebraría de modo que volvió a fijar su mirar en la nada y continuó hablando – Es posible que sea la decisión más difícil que he tomado nunca. Llegar al Bloque D siempre fue mi sueño desde niño porque creía que aquí por fin podría dejar atrás todo el bullying infantil por culpa de mi aspecto ya que todos los alumnos más mayores se veían siempre tan maduros y tan alejados de aquellas ideas de niños de primaria... Y sin embargo, el Bloque D se ha convertido en mi peor pesadilla.
El chico hizo una pausa para recomponerse, sabía que su amigo lo escuchaba con atención y quería dejarle claras muchas cosas antes de dejarlo atrás. Aphrodite se prometió ser valiente así que al cabo de unos segundos, retomó la conversación:
- Sin embargo... tú me salvaste, Deathmask. Y jamás lo habría imaginado porque cuando te conocí nuestras personalidades eran tan opuestas que incluso llegaba a preguntarme cómo era capaz de estar en la misma habitación que tú sin alterarme. – Aquello era tan cierto que el recordarlo provocó que Aphrodite dejara escapar una tierna risotada – Pero ahora me pregunto cómo no he podido ver antes lo especial e increíble que eres. Tú decías que era una locura llamarte con un príncipe Disney pero ¿Qué tan loco puede ser que yo te considere perfecto para tal papel?
- Tsk... menudo idiota estás hecho – Rió Cáncer.
"Deja de engañarte a ti mismo, Aphrodite" resonó de nuevo en la cabeza de Piscis ya le había dado un nuevo significado por lo que tales palabras no hicieron más que ampliar la sonrisa que se había grabado en su cara.
- Fui un estúpido al hacer caso a las palabras equivocadas de Katya, sí que tenía razón en muchas cosas pero no quise abrir los ojos para darme cuenta de ello y debí aceptar la realidad que me envolvía mucho antes: fuera por el motivo que fuera, cuando ella llegó aquí yo dejé de pertenecer al mundo de Saga y el aferrarme a lo contrario solo ha conseguido hacerme daño a mí mismo y que otros sufran por mi culpa.
Por un instante, la voz de Aphrodite también se quebró pero debido a cómo iba a continuar la conversación, Piscis se repuso casi en seguida:
- Hoy, cuando me quedé solo me di cuenta de muchas cosas, descubrí que hay debilidades que no puedo superar de un día para otro y que tendré que solucionar por mi mismo sin que nadie más me ayude... pero antes de marcharme... también hay algo sumamente egoísta que quiero preguntarte, Deathmask... algo mucho más de lo que tú has dicho.
- ¿De qué se trata? – Repitió Cáncer, citando la misma frase que Aphrodite minutos atrás.
- ¿Tú me quieres? ¿Me amas de verdad, Deathmask?
Cáncer dudó un poco en responder:
- ¿Puedo saber por qué quieres saberlo?
Aphrodite tragó saliva, tenía miedo de decir en voz alta lo que sentía de verdad. Miedo porque una vez lo confesara, implicaría dejar atrás algo en lo que llevaba esperanzado mucho tiempo y que temía estar tomando la decisión equivocada. Huir era lo que le decía la conciencia, su lado cobarde, el instinto que siempre lo había lanzado a ir contra corriente que ahora no quería seguir peleando... Pero el corazón ¡Ay, el corazón! Ese opinaba otra cosa y finalmente, esbozando una sonrisa en la oscuridad, Aphrodite dejó que su interior hablase por si mismo:
- Porque me gustas mucho. – confesó – Y lamento que por ahora solo haya dudas y terror en mi mente que nublen ese sentimiento... pero sé que mi corazón se muere por quererte, por dedicarte aunque sea una mínima parte de lo que tú has hecho conmigo...
Deathmask se movió entonces para poder observar el rostro de Aphrodite iluminado por la escasa iluminación que se filtraba por la ventana, era tan bello, tan puro... Que verlo sonreír le provocó un escalofrió. Piscis clavó sus ojos azules en él, sombreados todavía por el fantástico y brillante maquillaje que había lucido esa noche; tenía tanto que agradecerle que haberle confesado sus sentimientos le parecía poco. Aphrodite siempre había sido alguien acostumbrado a los lujos de la aristocracia, a mostrar una apariencia impoluta y ser juzgado constantemente por ello; había luchado mucho por hacerse valer, por mostrar que era educado, sofisticado y buena persona bajo aquella apariencia andrógina... pero Deathmask le había demostrado que nada de eso se perdía si bebía cerveza en un antro, si jugaba a las cartas hasta la madrugada o si usaba palabras malsonantes para expresar sus emociones más profundas. Él seguía siendo alguien muy valioso incluso si se vestía con colores que no combinaban o si no se maquillaba por días, todo eso y un mundo completamente nuevo... se lo había enseñado Deathmask:
- Sí, ti amo, Dite. Desde el primer día en que te vi. – Confesó Deathmask.
- ¿Es así cómo se dice... "Te quiero" en italiano?
- Ma certo~ (por supuesto~).
Aphrodita soltó una carcajada y agarró el cuello de la camiseta de Deathmask para atraerlo hacia sí:
- Yo también ti amo, idiota~
- Disfrutemos entonces del tiempo que nos queda.
***
Sus bocas se unieron y se
entreabrieron a la vez, buscando el jugar con la lengua del otro. Era algo que ya habían hecho en infinidad de ocasiones pero por algún extraño motivo, aquel beso se sintió especial... como si fuera el primero para ambos. En mitad de aquella sesión de cariño nocturno, la luz volvió a iluminarlos como si todo hubiera formado parte de una broma planeada. Ambos soltaron una carcajada a la vez ya que fuera como fuera, los dos se encontraban acalorados, sonrojados y con la respiración más que acelerada por la cariñosa declaración de amor.
Aphrodite lo tomó de la muñeca del italiano y lo movió hasta levantarlo del sofá y llevárselo a la cama. Allí lo sentó, sin dejar de mirarle y sonreírle por lo que su mente estaba planeando. Acto seguido, se colocó a horcajadas
sobre él y lo obligó a quedar tumbado sobre el colchón. Piscis se quitó la camiseta que llevaba junto con el cinturón del pantalón y pasó
este último por el cuello de Deathmask, cerrándolo hasta que el cuero quedó ceñido a la piel del chico que había bajo él. Al principio, Piscis tuvo cierto miedo de hacerle daño
pero su hazaña había bastado para poner a su víctima a cien y eso le bastó para continuar.
Desde siempre, Deathmask lo había
dejado llevar el rol dominante en sus noches de pasión y aunque aquella vez no se presentaba
distinta, Aphrodite sabía que el motivo tras dicho comportamiento era que el italiano se negaba a hacerlo sentir
inferior o que el hecho de incitarlo a la sumisión le recordara malos momentos del pasado;
pero nada más lejos de la realidad, Piscis realmente también disfrutaba bajo el cuerpo de sus
amantes y Deathmask no era una excepción. Esa noche, se le ocurrió que fuera diferente para ambos, una "primera vez" en la que los sentimientos se hicieran los protagonistas bajo la mirada de la luna.
El líder de Piscis aprovechó
su posición para moverse un poco y poder desabrochar
el pantalón de Deathmask y después, se retiró de él para ponerse de rodillas al borde de la cama dejando bien claras sus intenciones.
El italiano se incorporó temeroso y lo cogió de un brazo para detenerlo:
- Nadie te ha dicho que te
muevas. – dijo Aphrodite, imperativo, dando un pequeño tirón al cinturón que hizo que la cara de Deathmask se acercara un poco más a la suya.
- Dite… yo…
-
Massimilano~ No-Te-Muevas.
Cáncer tragó saliva, la orden de Piscis lo dejó entre la espada y la pared ya que a su mente acudió la pintada repleta de imágenes manipuladas que había destrozado la mente de
Aphrodite días atrás, una pesadilla que todavía a él le causaba escalofríos:
- Sé lo que estás pensado,
Deathmask – susurró el chico de cabello celeste con una voz tan sumamente sexual que le puso la piel de gallina – pero yo disfruto realmente del sexo y no me importa entregarme al cien por cien en satisfacer a los demás... lo que me duele y me fastidia es que todos den por hecho que lo hago porque mi cara lo sugiere.
Con aquella confesión y unas cuantas caricias más, Aphrodite
consiguió guiar a su amante hacia una versatilidad consensuada que no hiciera
sentir mal a ninguno de los dos. De la misma manera que él hacía, esa noche se dejó hacer ya que realmente ansiaba perderse en el cuerpo de Cáncer sin saberse preso del alcohol o
dominado por el despecho.
Aquella noche merecía que se entregase a Deathmask con todo su corazón porque,
tras todo lo acontecido en los últimos días, había comprendido lo que de verdad endulzaba su vida era la compañía y cariño del líder de Cáncer.