La llegada de Hades

Tras los momentos de caos que la aprendiza de Acuario había desencadenado, Shun no dejó de pensar en el supuesto mensaje del amigo de Elyn y por ende, investigó todo lo posible al respecto. Hacía mucho tiempo que no prestaba atención a Asgard por lo que decidió sentarse en su templo a buscar la relación entre la rosa de cristal y la procedencia del muchacho. No encontró nada, ni rastro de cosmos ni nada que le ofreciera luz a su inquietud, creando en su interior un mal presagio que aún estaba por llegar.
Pasados varios días, el nerviosismo del Caballero de Virgo no se había disipado pero tampoco se había producido ningún nuevo altercado ni la paz del mundo se veía amenazada. Hyoga no había vuelto a autorizar más descansos aunque su aprendiza no se vio molesta por ello ni interesado si quiera por conocer más acerca del paradero de Mix. Por ello, el día que Shun salió del templo de la Virgen en busca de una solución a su desasosiego, el Caballero de Acuario y la muchacha entrenaban bajo el ardiente sol veraniego. Shun esperó pacientemente a que el maestro tuviera un momento para él, sin perder detalle a los grandes avances que Elyn había conseguido en tan poco tiempo pero aunque ocultó a la perfección su preocupación, Hyoga apenas necesitó un instante para saber que algo no iba bien. El ruso le pidió a su alumna que realizara ejercicios de relajación para poder iniciar la siguiente actividad después de entrevistarse con su compañero:
- Algo se avecina, Hyoga – empezó a decir Shun justo cuando quedaron ocultos de miradas indiscretas – Asgard de repente ha quedado incomunicado, no se siente nada más allá de la frontera con el mundo, es como si la gente que allí vivía hubiera desaparecido sin dejar rastro.
- Pero no es nuestro territorio ¿por qué te preocupas por ello?
Shun suspiró, confiaba en no tener que dar tantos detalles pero tras la respuesta de su amigo supo que debía contarle todo lo que había descubierto hasta el momento:
- Se trata del amigo de Elyn, Missioh, apenas estuve con él unos minutos pero me avisó que alguien que conocía me dejaba un mensaje. Una rosa de cristal. Al principio no quise preocuparme sin motivo pero sentí algo en su cosmos que me perturbó; algo que no debería estar en La Tierra se está expandiendo y sospecho que su comienzo ha sido precisamente Asgard. Quise pensar que era imposible pero... ese chico cargaba con la esencia del mismísimo Hades.
- Eso no puede ser.
- Y aún así... ¿Crees que es una casualidad que precisamente tras la aparición de ese chico, la energía de Asgard haya desaparecido? Entiendo que has estado muy centrado en Elyn como para no darte cuenta pero incluso Shiryu desde Los Cinco Picos ha percibido un cambio en el mundo. – Hubo un silencio entre ambos pero finalmente, el Caballero de Virgo informó a su compañero de las nuevas pautas a seguir – Atenea me manda viajar a la región protegida por Odín para que averigüe qué está pasando.
- ¿Y vas a ir solo Shun? Eso es un suicidio.
- No lo hará – dijo entonces la voz de Elyn. La chica caminaba segura, acercándose a los dos Caballeros de Oro. – Si alguien se dirige a Asgard, yo iré él.
- Tú no irás a ninguna parte sin el permiso de Atenea. – zanjó Hyoga.
- No voy a quedarme aquí si mi tierra está en peligro, mi madre está allí, mi gente está allí y si tengo que...
- Te quedarás aquí y no hay más que hablar. Si se avecina una guerra, tú como aprendiza no saldrás del Santuario.
Elyn parpadeó por un segundo y después, su rabia estalló:
- ¿¡Y QUIÉN TE CREES QUE ERES PARA DECIRME ESO?! ¡Que me estés entrenando no te da autoridad como para arrebatarme el derecho de ir a comprobar si mi gente está bien! ¡Necesito saber que están a salvo! Tú no eres mi padre para impedir que...
La chica se arrepintió en seguida de las palabras que salieron por su boca pero el daño ya estaba hecho. Aquella forma de hablar se clavó en el pecho de Hyoga, recordándole que él mismo había enfrentado a Camus por la misma razón: la preocupación por el bienestar de su madre. El dolor que había sentido en el pasado por desobedecer a su maestro afloró de nuevo en su interior y supo que la voluntad en los ojos de Elyn la llevaría a ir en contra de su orden tarde o temprano. Su silencio había provocado una avalancha de disculpas por parte de su aprendiz mientras que Shun intentaba por todos los medios hacer entender a la chica que viajar a Asgard era un peligro para ella; entre todo el alboroto y su propia lucha interior, Hyoga comprendió que no estaba del todo en contra de que Elyn marchase a Asgard: por un lado quería actuar como un Caballero de Oro, frío y objetivo como había sido Camus pero por otro, comprendía demasiado bien la preocupación que la joven experimentaba pues él mismo se había movido durante mucho tiempo por la misma devoción hacia su madre. También consideró otra posibilidad, ellos habían pisado Asgard en el pasado pero habían transcurrido demasiados años por lo que llevar en el equipo a una nativa sería positivo y necesario en caso de tener que huir o dar la voz de alarma más allá de sus fronteras:
- Suficiente – dijo entonces, acallando las voces tanto de la chica como el otro santo – No perdamos más tiempo. Partamos todos hacia Asgard.
***
Mil historias y emociones renacieron en el interior de ambos servidores de Atenea al traspasar la frontera entre los dominios de la diosa y la región de Odín,  aunque su experiencia en Asgard no hubiera sido precisamente un paseo en la época que ellos lo visitaron, el frío de la región se sentía en cierto modo, acogedor. Elyn los guió por senderos cómodos para viajar y escuchó con gusto todo lo que ambos acompañantes le narraron: aprendió los nombres de los Guerreros Divinos que existieron antes de la ascensión de Andreas así como cada batalla superada y cada gota de esperanza que acumuló Atenea para poder ayudar aquella zona tan apartada del resto del mundo antes incluso de la aparición de los Caballeros de Oro. Repleta de entusiasmo, ella también les habló de otra historia que los ex Caballeros de Bronce desconocían casi por completo:
- Los guerreros de la diosa aparecieron de repente durante el gran eclipse que duró días y días, aunque estuvieron esparcidos por la región, todos se unieron para proteger Asgard en lugar de volver al Santuario y nos salvaron a todos... por ello, se levantó en su honor una estatua en la plaza central para que aquellos que nacimos después conociéramos su leyenda. No ha habido día que no visite ese lugar solo por verles y soñar con que algún día pudiera conocerles y agradecerles el sacrificio que hicieron por nosotros.
- Recuerdo que Hilda se puso en contacto con Atenea al poco tiempo de volver del Inframundo, mientras Seiya se recuperaba de la herida de Hades. – Recordó Shun – Al parecer mantenía la esperanza de que hubieran reaparecido en Grecia pero por desgracia, no ocurrió así; ninguno de ellos volvió al Santuario ni sus cosmos se han sentido en La Tierra por lo que todos los dimos por caídos tras la batalla contra Loki... Fue una gran pérdida pero me alegra saber que dejaron a un lado sus diferencias y se unieron como grandes guerreros.
Antes de que Elyn respondiera, las primeras casas habitables de Asgard asomaron por una colina no muy lejana, sin embargo los tres caminantes callaron de repente mientras sus cuerpos se tensaban. En aquella región, el sol apenas era visible pero su luz calaba levemente a través de las nubes indicando cuando era de día y cuando la noche caía para adormecerlo todo. A pesar de ser tarde, ni una chimenea se encontraba encendida y ni un solo ruido podía escucharse en la cercanía a la que los forasteros se encontraban; tampoco se podía percibir nada ya fuera el flujo de vida de los pocos matojos que afloraban sobre la nieve o la rebosante vida de los habitantes de Asgard. Sumidos en la preocupación, los viajeros continuaron caminando a paso lento, buscando cualquier rastro de vida en aquel lugar sin éxito alguno. Elyn podía ver por si misma que tal y como había supuesto Shun, algo iba mal: no estaba nevando, no hacía demasiado frío y sus pies la llevaban al frente sintiendo que se adentraban en una ciudad fantasma. Se detuvieron en el margen de la primera hilera de casas claramente vacías con cierto reparo en avanzar y entrar dentro de la capital:
- Entiendo por qué querías venir lo antes posible, Shun – susurró Hyoga, descorazonado – Desde aquí es imposible sentir el cosmo de Hilda, Flare o Lyfia... Ni siquiera la fuerza de Odín flota en el aire ¿recuerdas lo pesado que se sentía el estar aquí?
El Caballero de Virgo asintió pero también fue el primero en dar un paso al frente, seguido después por sus dos acompañantes. En el instante en que sus pies traspasaron una barrera invisible, un potente cosmos estalló en el ambiente como si una vez internados en su territorio, se hiciera tangible. Hyoga y Shun se miraron, reconociendo al instante aquella energía. El Caballero de Acuario no podía creerlo, el cosmos de Hades se sentía en todos los rincones de la ciudad rememorándole el día en que consiguió por unos instantes su armadura divina, rescatando de algún rincón de su memoria el momento en que Seiya fue atravesado por la espada del Dios del Inframundo:
- Mix... – murmuró Elyn echando a correr como ya había hecho en el pasado.
Los dos Caballeros se apresuraron en seguirla sospechando los acontecimientos que estaban por ocurrir, Hyoga imploró la protección de su armadura dorada dispuesto a pelear en cualquier momento; por su parte, Shun decidió esperar un poco y ver por sí mismo si aquella sensación que le oprimía el pecho y lo llamaba a partes iguales era tan real como presentía. La carrera de Elyn los llevó por montones de callejones y lugares absolutamente vacíos, congelados en el tiempo; en cualquier parte podía apreciarse que la vida hacía tiempo que se había extinguido y a su vez, algunas casas incluso mantenían las puertas y ventanas abiertas como si la parca les hubiera sorprendido en mitad de su día a día. 
Finalmente, Elyn acabó entrando en una inmensa plaza en cuyo centro se alzaba la estatua en honor a los Caballeros de Oro de Atenea. A los pies de la figura se alzaba un muchacho que miraba fijamente la imagen de los guerreros de la diosa y que al sentirlos llegar, se giró para mirarlos: Sus mechones albinos flotaron un segundo en el aire mientras su rojizo mirar atravesaba el alma de los recién llegados, no obstante lo más impactante para ellos fue hallarlo vistiendo una armadura que recordó en colores a las sapuris que los Caballeros revividos por el Dios del Inframundo portaron en su llegada al Santuario años atrás; de algunas partes de la armadura se alzaban las mismas alas que Hades había lucido en los campos Elíseos y su brillo, resultaba tan amenazador como la misma muerte. El diseño era mucho más simple que la protección divina que el dios había portado pero no por ello, el poder que emanaba de ella era diferente:
- ¡Missioh...! – llamó Elyn pero algo detuvo su cuerpo y ella se detuvo en seco.
La chica observó que no había nada físico que la retuviera sino que más bien, un cosmos tan poderoso que el suyo propio se paralizaba de terror; no obstante, sentía que aquella energía no provenía de su amigo sino del Caballero de Virgo que se había detenido un poco más atrás. Un rapidísimo Hyoga, vestido con la armadura de Acuario, se adelantó su posición y se lanzó contra Missioh sin vacilar un solo instante. El guerrero dorado lanzó una ventisca de cristales que aunque el chico tuvo velocidad suficiente de esquivar, impactaron de lleno en la estatua de los antiguos Caballeros de Oro. De la misma forma que algunas zonas se rasgaron, el corazón de Elyn tembló de miedo porque aquel símbolo de lucha cayera en la batalla:
- ¡MAESTRO, PARA! – Le gritó a Hyoga –... ¿qué demonios está pasando?
- ...Hades ha regresado. – respondió Shun.
- ¿¡Y POR QUÉ HYOGA ESTÁ ATACANDO A MIX?!
- Porque él es el enemigo, Elyn.
La chica parpadeó incrédula sin poder creer aquello que escuchaba. Miró a su amigo tratando de comprender aquello que el Caballero de Virgo le decía pero había algo que no encajaba: Missioh siempre había sido un chico positivo y amable con todo el mundo a pesar de no tener una familia que lo cuidara, alguien que jamás había herido a nadie, era imposible que se hubiera convertido en el Dios del Inframundo y que quisiera empezar a dominar el mundo partiendo desde Asgard... De hechom, Elyn comprobó que en el enfrentamiento contra el Cabalero de Acuario, Missioh se centraba en esquivar sus ataques y no en querer destruirlo:
- Pídele que pare, por favor – le pidió la muchacha a Shun – Es imposible que Mix sea el enemigo, Missioh es de Asgard, siempre ha querido vivir aquí, él no podría...
- Él ya no es tu amigo, Elyn – zanjó el caballero dorado sin perder de vista al muchacho de cabello bicolor – Es nuevo cuerpo de Hades, ya no recuerda nada de su vida anterior. Él es el nuevo enemigo que los Caballeros de Atenea debemos destruir.